XXIV

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«"-Tú... ¡teníamos un trato! -Grita furioso tratando de zafarse de los brazos de los hombres que le sostienen.

-Bueno, cambié de opinión. ¿No te han dicho que no confíes en tus enemigos? Además, Nir, el sultán de Akusem quiere estas tierras, y yo obedezco a mi amo -sonríe.

El hombre baja la mirada, aquel final era tan patético, si hubiese sabido que igual habría guerra y que su final era morir a manos del ejército de Akusem, hubiera rechazado el trato y dejado vivir a Faysal y a su hijo. Pero el 'hubiera' no existe.

La sonrisa se le ensancha al recordar el momento en que la sangre salpicó y la cabeza cayó; se imaginó a Akurah, ¿cómo será degollarle? ¿Sentirá la misma euforia?

-¡Ekusu!

-¿Qué sucede Oru? -Pregunta fastidiado.

-Nir no se encuentra por ningún lado. ¿Cree que...?

-Llama a mis hombres de confianza -ordena levantándose para tomar su armadura y la espada.

Oru hace una pequeña reverencia y sale a toda velocidad. Ese era el día que acabaría con la plaga, que desaparecería a la competencia; desde ese día Nir será sólo suyo. Quiera o no.

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-Akurah, basta -ríe encogiéndose de hombros pues lo besos del pelinegro le provocaban cosquillas además de que le erizaban partes ocultas del cuerpo -. Alguien nos puede ver.

-Nadie pasa por aquí -gruñe separándose muy poco.

-Sí, pero... -detiene el reclamo al notar unas siluetas acercándose. Eran parte de su guardia; estaba seguro -. Akurah... Akurah basta, hablo en serio.

-Su majestad ha dicho que pararas -un hombre llega y le separa con brusquedad de Nir, sorprendiendo a ambos.

¿De dónde había salido?

-¡Captúrenlo!

-¡No! ¡Esperen! -Trata de detenerles pero otros dos guardias se lo impiden -. ¡Ordeno que lo dejen!

El grito se le atora en la garganta al observar el golpe en el vientre de Akurah.

-Lo siento mucho Nir, pero en este caso no puedes dar órdenes -Ekusu aparece, montado en su caballo -. Son leyes y las leyes se deben respetar.

-Ekusu -balbucea.

Baja del caballo y se posa frente a Akurah quien le mira ceñudo; tal vez desde su posición no se vea tan amenazador, pero no se dejaría atemorizar.

-Has infringido muchas leyes, ¿lo sabías? -Guarda silencio sin recibir respuesta; igual no la quería -. Te mencionaré algunas: Escapar de prisión; conspiración; mantener un amorío prohibido; promover el adulterio; traición y muchas más. Eres alguien rebelde Akurah.

-Son acusaciones falsas.

Ekusu sonríe. Algunas han sido inventadas, pero la mayoría son verdad.

-Nir, ¿sabes con qué se castiga estás violaciones? -Pregunta sin mirarle.

Nir baja la mirada con tristeza, el pecho se le oprime y los ojos se le humedecen.

-Ekusu, por favor...

-Se castiga con la muerte -suelta con brusquedad.

Akurah levanta la mirada; observa la silueta desde abajo hacia arriba, la hoja larga de la espada brilla. Cierra los ojos y maldice. Si tan sólo hubiera escuchado las advertencias de Nir, aquello era por su culpa.

"Y Si En Otra Vida..."Where stories live. Discover now