Muevo el brazo, el cual se encuentra entumecido y vendado fuertemente, y pincho con un dedo el botón que se encuentra alado mío.

La puerta se abre solo unos minutos después y entra mi médico personal con una expresión seria, pero puedo verlo, por más que intente ser profesional, siempre me ha tenido un extraño aprecio. Y por ello, en sus ojos se refleja la preocupación abundante.

— ¿Por qué? — La misma pregunta requiere la misma respuesta.

— Un escape momentáneo. —

Y ahí cruza la raya entre paciente y médico. Sus cejas se hunden y su rostro revela lo que siente.

— No puedes hacer esto, no le puedes hacer eso a tu... —

No termina, la mirada abrupta que le he dado lo deja mudo. Egoísmo puro. De eso se trata todo esto. El como se sienten ellos, él como los hará sentir mi muerte. ¿Cuando será el día que piensen realmente en lo que está pasándome?

— ¿Y por qué debería de importarme lo que mi familia quiera? ¿O lo que quieran Circe y Jesper? Me importa mucho menos lo que quieras tú Eliodoro. Esto no es decisión de ustedes. Ustedes no lo viven. — mi voz sale ronca, pero tan mordaz que baja la cabeza.

— Princesa, solo quiero expresarle que si sigue así, llegará el día que no pueda salvarla, el día que no esté para ayudarla, y no abra vuelta atrás. Todo la vida que tiene por delante se esfumará, los deseos que tenga, incluso los sueños, nada sucede... —

¿Qué?

Una risa que me duele solamente producirla, sale desde mi interior. Se equivoca tanto. No hay nada dentro de mi. Soy un cascarón arruinado y vacío, lo que vivió en algún momento, murió hace mucho. Solo soy algo que respira por obligación, sin ninguna aspiración o esperanza.

— ¿Sueños? ¿Deseos? No tengo nada de eso. Y a decir verdad, los únicos momentos buenos que tengo, son con algún objeto punzo cortante de compañero. Lo sabes, por pertubador que te parezca, estar en esta situación es gratificante.  —

Me escuchó, en ocasiones, siento que no hablo yo. Estoy absolutamente de acuerdo con lo que digo, en realidad son mis pensamientos, pero se siente diferente.

— Y entiendes muy bien que estoy esperando que el poso se vuelva eterno. — murmuro con indiferencia.

Dicho eso, cierro los ojos, porque solamente esa conversación a consumido demasiado de mi. Esa maldita droga es algo que no había sentido, puedo percibir lo maltrecho de mi ser, pero no tengo la energía para moverme por mucho. Los residuos se están quedando como un simple paralizante.

— Mi hijo irá contigo — murmura de pronto.

¿Que acaba de decir?

— Y Circe también. —

Mi corazón comienza a latir rápidamente.

Maravilloso.

– Me lo dijo Jasper cuando te trajo. –

Casi puedo escuchar el crac que hace mi cerebro comenzando a fallar. Dos sensaciones se distribuyen por mi ser rápidamente; Satisfacción y miedo. Afortunadamente estoy lo suficientemente consciente para poner mi humanidad por encima.

Alma Envenenada Where stories live. Discover now