9. No te vayas

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Narra Adrien.

Toda la ciudad estaba al tanto de la última noticia que impactó a todos y no dejó a ni un sólo ciudadano en paz. Ladybug, la querida superheroína, dejaría París esta misma tarde por motivos que incluso yo desconocía.

Ya desde hace algunas semanas trató de confesarme el asunto a través de indirectas pero mi estupidez no me dejó captar nada. Ahora estaba sufriendo en silencio, viendo a la peliazul en medio del parque, rodeada de personas que le querían decir adiós.

Y claro, por ser Chat Noir, ella no me prestaba la atención necesaria como para poder decirle una que otra palabra y expresarle que sentía al saber que se iría.

—Bueno gente, ha sido un placer compartir con ustedes mis últimos momentos en este lugar— la oí despidiéndose —Lamentablemente ya ha llegado la hora de partir, así que, ¡Ladybug volverá algún día!

Su delgada figura comenzó a moverse hacia mí, por lo que me levanté, esperando un abrazo y unas emotivas palabras de despedida para su compañero. Ya con los brazos abiertos, noté como ella sólo siguió avanzando...

Tenía que detenerla, no podía irse así. O tal vez, simplemente, no podía irse en lo absoluto.

—My Lady— le dije en un intento de sujetarla por el brazo.

—Ahora no, Chat Noir...— respondió antes de utilizar su yo-yo y alejarse.

Asustado de que esas fueran las últimas frías palabras que oyera por parte de ella, la seguí sin pensar en nada. Realicé una sigilosa persecución hasta que la vi detenerse frente a la casa de Marinette, en la cual las cosas parecían estar bastante movidas; ¿por qué ella querría estar allí?

La respuesta no se demoró en llegar, ya que a los segundos después vi la transformación de mi Ladybug desaparecer, dejándome atónito. Ella era la mismísima dueña de esa casa.

—Deberías haberte dado cuenta desde antes, estúpido— me regañé a mí mismo.

Bajé del tejado y liberé mi transformación al mismo tiempo que ella, sola, salía de su hogar cargando varias maletas en cada mano en dirección a la parada de autobús. Quería gritarle que se detuviera, pero un nudo en mi garganta me lo impedía, y es que aún no procesaba todo.

Me sentía desesperado y al no poder hablar, viendo como un autobús se acercaba, no me quedó otra opción más que impulzarme hacia ella y estrecharla entre mis brazos. Todo dentro de mí me dijo "detenla".

—¿Q-Qué...?— su voz se escuchó muy débil y me topé con sus ojos intentando averiguar quién era yo —¿Sucede algo?

La apreté más fuerte, sin dejar que me mirara, oyendo como sus maletas caían al suelo. Tuve ganas de llorar, pero no me lo permití, pues ella ya lo estaba haciendo.

—No te vayas, My Lady...— le susurré en el oído, sintiendo como su cuerpo se quedó estático —Por favor... Quiero seguir mirando la luna a través de tus ojos, quiero poder observar tu reluciente sonrisa, quiero que estés cerca mío... Simplemente, quiero seguir siendo tu compañero.

—C-Chat Noir...— entre lágrimas oí como pronunció mi nombre —¿Por qué haces esto? ¿Me seguiste?

Guardé silencio. La respuesta obvia era "sí", por lo que no quería decirlo. Ahora mismo, estaba preocupada en si dejarla voltear o no.

Si se daba el caso en que lograra ver que es Adrien quién la está sujetando, ¿por qué motivo se quedaría? ¿Porque vio al chico detrás de la máscara o porque Chat Noir se suplicó que no se marchara?

—Voltea— dije, soltándola del agarre y dando un paso atrás.

Necesitaba saber la respuesta aunque eso marcara un antes y un después en mi vida.

—¿A... Adrien?

One-shot's Miraculous LadybugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora