Capítulo 3 - Strange

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         Aunque ella deseaba unirse al emotivo reencuentro que estaba observando, algo dentro de sí, no se lo permitía

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Aunque ella deseaba unirse al emotivo reencuentro que estaba observando, algo dentro de sí, no se lo permitía. Había muchos rencores que no la dejaban en paz. Tantos años de dolor y soledad, que de no haber sido por su hermano mayor, seguramente los habría vivido perdida entre errores y malas compañías. Para suerte de ambos, los Maximoff se tenían el uno al otro.

Pietro conversaba amenamente con su padre. Eran tantos años que compartir, tantas anécdotas, tantas historias...

Wanda no pudo evitar sonreír por ver a su hermano tan feliz. Para él, cualquier vestigio de dolor y malos recuerdos, habían quedado en el pasado. Supo con tan solo verlo, que para Pietro, la sola presencia de su padre, era un motivo de celebración, pero para ella no. Y sentirse así, la incomodo notablemente. Fuertes vibraciones emanaban de ella, contagiando el lugar de un aura de pesar y malestar.

—En un tiempo, yo también me negué a dejar ir mis pesares —una voz serena la hizo girar de golpe—. Traté de aferrarme a lo que deseaba y no a lo que me tocaba aprender.

—Señor —Wanda se puso rápidamente de pie y trató de inclinar su cabeza.

—No lo hagas, Wanda. No me gusta que lo hagas —dijo Strange en referencia al gesto reverencial de ella.

—Yo... —ella trató de hablar pero las palabras no salieron de su boca.

—Si dejas que eso te consuma, nunca tendrás paz —comentó él.

Wanda tan solo se lomito a mirar a su hermano y su padre, quienes conversaban a unos cuantos metros de distancia.

—Durante muchos años traté de negar mi propia naturaleza —dijo Strange fijando sus brillantes ojos sobre Wanda.

—¿A qué se refiere, señor? —ella se mostró un poco confundida.

—No aceptaba el hecho de que yo era especial.

Parecía ser que con cada palabra que El Supremo articulaba, en vez de aclarar las dudas de la joven bruja, más la confundía.

—Todo comenzó cuando era un pequeño de cuatro años. Con la ausencia de madre, padre tuvo que criarnos a mis hermanos y a mí, solo. Las cosas se pusieron muy raras. Me despertaba en lugares distintos a mi cama. Yo caía dormido y despertaba sobre... el sofá o sobre el felpudo de la entrada. Recuerdo que una vez desperté dentro del cesto de la ropa sucia —Strange rió con añoranza plena —Papá aseguró que no era nada de qué preocuparse, que simplemente caminaba dormido, así que no le dio importancia. Las cosas comenzaron a empeorar en mi cumpleaños número seis, cuando comencé a oír voces y a ver cosas que nadie más podía ver u oír. Mi padre pensó que era un simple amigo imaginario, pues todos los niños de mi edad lo tenían. Para él, era solo una etapa que pronto superaría. Crecí entre cosas extrañas que no podía compartir con nadie más, por miedo a que dijeran que estaba volviéndome loco. Con el tiempo, me convertí en un jovencito retraído, creo que fue un reflejo de mis frustraciones y mis tantos años de soledad, pues nunca lograba interrelacionarme con chicos de mi edad, siempre terminaba asustándolos con mis confesiones aterradoras. Nunca tuve un amigo de verdad, con el cual contar, en el cual confiar... Ni siquiera mi propios hermanos, pues ellos me trataban como si yo fuese un bicho espeluznante. Mi propia familia me tenía miedo...

® Mágica Maldad Vol. 2: La Alianza Infinito ©Where stories live. Discover now