Capítulo 8: El primo Luke

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    —¿Qué rayos fue eso? —expresé en voz alta, dando un salto en la cama.

Juraba que había escuchado un ruido abajo.

Joder, joder. ¿Quién podría ser? Theodore no podría llegar hasta aquí tan fácilmente y sería ilógico que el señor Patterson viniera en la madrugada. Ángelo había salido de la casa, todas las posibles personas quedaban descartadas. Entonces, ¿quién rayos podría ser?

¿UN LADRÓN?

Esta vez el ruido fue aún más fuerte, haciendo a mi corazón acelerarse.

—Mierda, mierda —mascullé, buscando mis zapatos en el suelo para poder salir de la habitación.

Tomé el aerosol de gas pimienta que tenía como llavero para defensa personal y lo mantuve en alto mientras bajaba las escaleras sin hacer ruido. Quien quiera que fuese, estaba acabado. Tuve lecciones de defensa personal en un curso de la escuela y pensaba usar lo aprendido si era necesario.

—¿Quién anda ahí? —pregunté, acercándome lentamente hacia la cocina—. Salga con las manos donde pueda verlas y nadie saldrá herido.

Los programas policiales tenían que servir de algo, ¿no?

Una sombra masculina comenzó a darse forma frente a mí. Sus brazos estaban sobre su cabeza y se acercaba a paso lento.

Corrí y encendí la luz del recibidor, sin dejar de apuntarlo con el aerosol.

Chillé de sorpresa, porque no me esperaba que el presunto ladrón luciera así.

Se trataba de un chico. Un alto y atractivo chico, de unos veinte años de edad, más o menos. Llevaba su cabello casi rubio levantado en un peinado muy a la moda. Sus ojos eran de un verde claro bastante suave... ojos que ahora mostraban diversión, tanto como la sonrisa que me estaba dando.

—¡¿Quién eres tú?! —Exigí saber, amenazándolo con mi gas pimienta—. ¡¿Cómo entraste aquí?!

—Tranquila, tranquila, chica loca. —El chico se echó a reír, haciéndome un ademán con las manos para calmarme—. No soy un ladrón.

—¿Entonces quién eres? —repetí con impaciencia—. Dime ya o vaciaré esto en ti, no bromeo.

Él volvió a reír, ¿qué le parecía gracioso acerca de esta situación? Estaba a punto de ser rociado con gas pimienta y se reía.

—Te diré quién soy si bajas eso, ¿bien? Tengo miedo de que en serio vacíes esa cosa en mí —me pidió, entre divertido y asustado.

Lo examiné con la mirada durante unos segundos. Parecía ser inofensivo, así que bajé lentamente mi mano, sin dejarlo de mirar directo a los ojos. Leí en alguna parte que el contacto visual era algo importante en este tipo de situaciones, así que no pensaba descuidarme, por si acaso.

—Bien, muy bien —suspiró de alivio—. Buena chica.

—¿Ahora puedo saber tu nombre? —Enarqué una ceja.

—Soy Luke, Luke Patterson, el sobrino de William. ¿Debería preguntar quién es la chica que casi me ataca con gas pimienta?

Me sonrojé intensamente.

Dios, ¿por qué me tenía que pasar esto a mí?

—La chica que casi te ataca con gas pimienta se llama Scarlett —me presenté, avergonzada—. La nueva niñera de los chicos.

—¿ eres la nueva niñera? —Sus ojos me observaron de arriba abajo.

Ahí fue cuando caí en cuenta que estaba en poca ropa. Llevaba una camiseta grande —sin sujetador— y diminutos shorts de chándal. Añadiendo que traía encima un reciente bronceado, probablemente tenía lagañas en los ojos y el cabello enredado.

Your eyes ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt