DM 31._ De ninguna manera

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Capítulo narrado



Frida estaba terminando de arreglarse para conocer a los chicos de sus sueños y asegurarse de no arruinarlo como solía pasar, se había acostumbrado a que la hicieran a un lado y tratarla como una basura, alguien inútil que no podría hacer algo con sus finas manos con uñas decoradas. Aplicó un poco de gloss en sus labios, dando por finalizado sus dos largas horas de preparación física y mental.

Unos metros más allá de aquella gigantesca y lujosa casa, la pelinegra de Valeria comenzaba a levantarse, se le había hecho tarde como de costumbre y su habitación era un caos; tenía que desmodorrarse ya si decidía esmerarse en su aspecto dormilón para con suerte llegar al menos diez minutos tarde. Frida la estaría esperando fuera de su casa para irse juntas en su auto, en eso habían quedado una noche atrás. 


¡MAMÁ! ¡NO ENCUENTRO MIS ZAPATOS! —gritó desesperada luego de ponerse de pie tras caerse casi a propósito para mirar abajo de la cama, mas todo ahí se encontraba oscuro impidiéndole observar como debería. De malas se puso de pie nuevamente y volvió a mirar en el baño instalado en su habitación, nada.

Unos segundos más tarde le respondieron de igual forma —DEBEN ESTAR ABAJO DE TU CAMA VALERIA —le respondió a gritos su madre desde el primer piso de la casa, la pobre mujer de aspecto idéntico a su hija se encontraba lavando los platos de la comida que Valeria se había perdido

La jovencita lo lamentó al oír su estómago gruñir, miró con tristeza su abdomen y lo acarició con ternura; como si hubiera vida dentro —GRACIAS MAMÁ TE AMO, y tú debes de controlarte... ya te lo recompensaré —habló sola antes de correr a la regadera, el agua fría la hizo tiritar y la caliente dar saltitos dentro de las baldosas. Su cabello húmedo lucía aún más oscuro que de costumbre, las puntas maltratadas goteaban sobre su espalda desnuda. Finalmente escogió la ropa que su mamá le había dejado lista sobre la cama cuando ella se bañaba; muchísimo mejor que la que preparó ella de manera apresurada y tan mal combinada. Una vez lista, bajó las escaleras  —Ma, ya me voy —avisó acomodando su bolsa cruzada

Su madre se secó las manos y salió de la cocina, con su mandil azul cielo manchado de salsa de tomate y harina. Valeria maldijo por lo bajo, otro de sus experimentos que llegando tendría que comer. La mujer se detuvo frente a ella y extendió sus manos, la pelinegra la miró desconcertada —Tus manos, Valeria —le pidió arqueando las cejas, expectante. La chica bufó rendida y acató la orden de su progenitora, confirmándole las sospechas  —Mínimo si no te las vas a arreglar, quita el esmalte. Si crees que no sé que saldrás con un chico, estás equivocada. Ese Alan te trae hecha un lío mayor del que antes ya traías, mi pequeña ya no tan pequeña. —su hija rodó los ojos, detestaba que su madre se pusiera nostálgica e hiciera ese tipo de comentarios sobre su proceso de niñez a adolescencia

—Mamá ya se me hizo tarde —rezongó con un adorable puchero, su madre le acarició las mejillas con dulzura

—Eso debiste haber pensando antes, tus alarmas sonaron y yo te fui a hablar pero ninguna funciona contigo nunca —negó con el ceño fruncido desaprobatorio  —Te irás hasta que hagas lo que te pedí, anda sube por el acetona —le palmeó su trasero alentándola a darse prisa, perdiéndola de vista costa arriba de los cuartos  —Qué rápido crecen —suspiró la mujer con ojos empañados, limpiándolos rápidamente para que su hija no viera

DM Con CD9Where stories live. Discover now