"CAPÍTULO 43"

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Salí de mi habitación y supe que tenía que afrontar esto de una vez por todas, incluso sí no sentía el mismo luto que los demás.

Cuando llegué al gran salón quedé en shock. Miles de flores cubrían el lugar, todas de diferentes colores, tamaños y formas, en el medio una gran mesa igualmente rodeada de lilas y había alguien acostada en ellas, mi alma cayó cien metros bajo tierra al ver a Halina ahí. Había muchísima gente y todos ellos me miraban con curiosidad. Entonces vi algo que no me esperaba, Peter estaba a lado de Katrina y sostenía la  mano de la reina que lloraba desconsolada por la muerte de su hija. Pero, ¿qué rayos hacía él aquí?

Caminé hacia ellos decidida a enfrentar a ese imbécil pero una mano me detuvo. Me giré bruscamente para soltarme y me di cuenta de que era Adrián.

—¿A dónde vas? —preguntó.

—¿Qué hace él aquí? —no me cambiaría el tema, no esta vez.

—Aquí no, la gente observa —miró hacia los lados y me atrajo hacia él como si me abrazara y susurró en mi oido—. Vamos a mi despacho.

Me tomó de la mano sin esperar respuesta alguna y salimos de ahí. La gente sólo nos observó pero quizá sólo creían que necesitábamos un momento padre-hija. Al llegar a su cueva siniestra, pidió que nadie nos molestara y cerró la puerta.

—Siéntate —ordenó.

—Así estoy bien —me miró de manera fría —, de acuerdo, creo que me sentaré.

Se sentó frente a mí y tomó mi mano pero no tenía ganas de estar aguantando esas estupideces. Me solté con fuerza y él no dijo nada.

—Peter no puede estar en una celda, él tenía que estar en el funeral —explicó en voz baja—, después de todo es el mayor y debe estar apoyando a tu madre.

—Entonces, ¿luego lo pondrás de vuelta en donde estaba? —pregunté tontamente.

Su expresión me dio totalmente la respuesta. No lo haría. Peter estaba perdonado y eso suponía el fin de Lena.

—No puedes hacer eso, ¡él mató a mi hermana!

Era claro que el muy maldito no tenía corazón. Para mí era evidente que la muerte de Halina lo tenía sin cuidado. Aunque eso no era raro, estaba segura de que nosotros solo representabamos lo necesario. La imagen de la perfecta familia real.

—Tu hermana era muy especial para nosotros —dijo muy serio—, la amábamos, tu madre pasó momentos difíciles para poder concebirla sana y salva, ella era una pieza importante de esta familia.

—Si era tan importante, ¡por qué dejas a su asesino en su funeral!

—Tú dices eso, pero nadie más estaba con ustedes —¿en serio?—, Robert estaba inconsciente, y Lucinda muerta.

—¡Pero yo lo vi! —repliqué molesta.

—¿Y por qué debo creerte? —preguntó—, no olvides que nunca has sido muy de fiar, hija.

No supe qué decirle. En estos momentos ni yo confiaba en mi misma. Y Adrián jamás habia confiado en mí. Los castigos siempre venían a mí por eso, por ser curiosa, por querer saber más que todos y a él jamas le gustó eso.

—Dame la oportunidad, Lena no es como piensas.

Una sonrisa apareció en su rostro, pero no era por algo gracioso. Se estaba riendo de mi.

—No, es mucho peor, y darte la oportunidad —caminó hacia el gran escritorio—, oportunidad de qué ¿de matar a tu madre?, ¿a tu hermano?, ¿a mi?, y para qué, ¡para defenderla a ella!

Peter no me importaba en lo más minimo. Yo misma podía matarlo en estos momentos, solo que sospechaba que me matarían antes de que le tocara un cabello. Además no debía alterar la poca paz que había aquí, de por si acabaría pronto, así que no era conveniente.

—Entonces si crees que me quedaré así, estás loco.

Me miró fijamente, pero no me iba a dejar intimidar por él, esta vez no. Ya no tienes seis años, ya no tienes seis años.

—Claro que lo harás —ordenó y caminó hacia mí.

Puso sus manos a ambos lados de la silla y por un segundo me encogí a diez  centímetros de altura.

—Ya no puedes obligarme, ya no tienes control sobre mí —mi voz casi se quebró.

Lo empujé y me levanté de la silla. No iba a darle la oportunidad de verme llorar por su culpa. No podía parecer débil ante él. Ya era momento de que Alexia Vasilith regresara aunque fuera por unos segundos. Caminé hacia la puerta pero él me sujetó del brazo con fuerza, lo miré aterrada. Esa fuerza ya la había sentido antes, solo tenía que esperar a que el golpe llegara.

—Si no lo haces, tendrás que olvidar — una sonrisa aterradora apareció en su rostro—, no tendré mucho problema en pedirle a alguien que te borre todo sobre esa asquerosa vida terrana de la cabeza.

—¡No he dejado que nadie arruine mi vida, y tú no serás la excepción! —me solté de su agarre—, aquí podrás ser el rey, podrás ser el que maneja todo y a todos a su alrededor, pero a mí no, ¡ya no más!, he cambiado gran rey, estar en Terra me dio la oportunidad de una vida distinta, la oportunidad de una vida placentera y feliz con una verdadera familia, ¡una que si me amaba!, ustedes ya no son nada para mí, y no te preocupes, no voy a interferir, porque ahora mismo, ¡me largo de este lugar!

—¡No irás a ningún lado, tu perteneces aqui!

—¡Yo ya no perenezco aquí, jamás lo he hecho!

Y entonces pasó. Su mano se impactó de lleno en mi mejilla y caí al suelo. Fue más que una bofetada. Me quedé ahí sin moverme y él tampoco hizo nada. Sentí como algo tibio comenzaba a salir de mi nariz. Puse mi mano ahí, era sangre.

—Alexia yo...

Trató de poner su mano en mi hombro pero me levanté y no dejé que me pusiera las manos encima. Lo empujé con todas mis fuerzas y limpié la sangre con la manga de la chaqueta.

—¡No te atrevas a tocarme, ni siquiera lo pienses!

—Alexia, lo siento

Sonaba realmente arrepentido. Pero por mí, podía irse a la mierda. Ya conocía ese tipo de disculpas en él, nunca valían nada.

—No te preocupes, no arriesgaría a mi familia en Terra, pero no pienses que participaré en esto, ya tienes un heredero, a mí no me necesitas.

Salí hecha una furia de la habitación y Adrián sólo se quedó ahí parado sin decir nada. Caí al suelo y comencé a llorar sin importar que alguien me viera. No soportaría esto. Ya no estaba tan segura. Y quizá jamás había estado. La chaqueta estaba llena de sangre asi que decidí quitarmela.

—¿Alexia?

Una voz apareció en el fondo del pasillo y caminó rápidamente hacia mí. Era Cedric. Genial, lo que me faltaba.

—Dios mio ¿estás bien?

Sacó un pañuelo de su chaqueta y me lo entregó. Parecía muy sorprendido.

—¿Quién se atrevió a hacer esto?

—Ya no importa.

—Fue tu padre, ¿cierto?

Me levanté del suelo y le devolví el pañuelo. Aún seguía molesta con él.

—Si no te importa, debo irme.

—Alexia sé que aún estas molesta — Genio—, pero quiero que eso cambie. Puedo ayudarte.

—¿En serio?, y se puede saber cómo.

—Puedo llevarte con Lena.

"El Elemento Perdido #1: Fuego" ⚠️Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Where stories live. Discover now