Capítulo 31. Un nuevo comienzo

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Seis meses más tarde...

Tras seis meses de terapia para recuperar todos mis recuerdos y estudios para poder seguir en el curso que me correspondía, por fin hoy volvía a mi vida normal.

Había conseguido pasar los exámenes del curso en el que me había despertado, convalidando así el año anterior.

Volver a casa fue lo más raro que he hecho nunca. Todo se encontraba tan en calma...

Tía Sarah vivía ahora con nosotros, había guardado todo lo de papa y mamá en un almacén como dejaron en su testamento y había trasladado sus cosas a su habitación.

Mi habitación era muy distinta a la de la casa de los Sanders, al igual que la casa entera, pero empezaré por aquí.

Las paredes eran rosas bebés y tenían maderas blancas desde un metro de altura al suelo, fundiéndose con el parquet blanco. Tenía un armario rosa con toda la ropa minuciosamente planchada y doblada y en la parte de abajo los zapatos limpios y ordenados. Bajo la ventana estaba el escritorio, blanco, con una silla rosa y muchos lapiceros muy distintos unos de otros. En la pared que quedaba limpia había estanterías llenas de libros a rebosar, tenía miedo de que se cayeran. Y luego estaba la cama, era enorme con una colcha beige y cojines rosas y blancos. Con unas cortinas semitransparentes rosas fuxia que colgaban de los palos para cerrarla.

Era mi habitación soñada, y era entiendo por que. Porque quería volver aquí.

La casa tenía dos plantas, en la de abajo a la derecha había una gran cocina con barra americana y un comedor enfrente. Al otro lado estaba el aseo y el enorme salón con una televisión muy grande y dos sofás marrón chocolate, contrastando con el color crema de las paredes.

Arriba había dos baños enteros, uno estaba en la habitación de Sarah y el otro entre el cuarto de Isaac y el mío. No eran nada del otro mundo, tenían una bañera, dos lavabos, un váter y un bidé. Tras la casa había un gran jardín, donde teníamos una piscina y muchas flores. A mamá le gustaba la jardinería...

Volví a entrar en la casa tras darme ese gran paseo por mi casa, en el salón vi fotos. Estaban mis padres, no eran como los de la Sam de Hogwarts. Mi madre era rubia como Isaac, con unos ojos claros que el no había heredado y mi padre era castaño con los mismos ojos de Isaac.

Iba a salir del salón cuando vi LA foto.
Esa foto que James Potter me había regalado de cuando éramos pequeños. Era exactamente la misma con exactamente los mismos niños en el mismo paisaje. Sin quererlo comencé a llorar. Isaac que entró en ese momento vino corriendo y me abrazó cariñosamente.

- Eh, ¿que pasa?- me preguntó.

- Esta soy yo.- dije señalándome.- ¿Quien es él?- dije señalando al chico, que obviamente no era James Potter.

- El es James.- dije lentamente.- El ha hecho por ti más que tu novio durante toda vuestra relación.

- Exnovio.- corregí.

- Ha ido a verte todos los días, pero estos meses no ha podido venir a verte porque era más sencillo sino respondias.- se paró para que asimilara lo que había dicho.- Es tu mejor amigo desde la guardería, vive dos calles detrás nuestra. Y desde la guardería está enamorado de ti.- esto ya lo conocía pero no pude evitar que mi corazón saltara con ellos y que mis lágrimas cayeran por mi rostro.

- Exactamente esa foto, fue la que me dio James Potter.- le expliqué y nos quedamos abrazados un rato con la foto en mis manos.

Sarah llegó a la noche con dos pizzas. Como hecha una de menos la comida basura muggle.

Fue una cena tranquila, hablamos de los planes de mañana. Isaac estaba en su último año y yo era un año más pequeña que él, así que el nos llevaría en coche al instituto todos los días porque Sarah trabajaba en una multinacional desde temprano hasta tarde para poder mantenernos. Ya que el dinero de la pensión era escasa y el del seguro menos todavía.

Las pruebas para el equipo eran también mañana y yo había estado practicando desde que desperté también. No iba a renunciar a mi sueño de llegar a la selección australiana, ya no pensaba renunciar a nada.

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El despertador digital sonó a las siete y media de la mañana. Me levanté dando tumbos en dirección a la ducha. Puse el agua templada y noté como me despertaba. Me salí de la ducha y fui a vestirme, echaría de menos no tener uniforme, porque era un rompecabezas elegir todos los días la ropa adecuada.

Cogí unos shorts vaqueros claros, la previsión meteorológica daba temperaturas altas, una camiseta celeste y unas converse crema cortitas. Cogí el archivador que me ha regalado Isaac, la mochila rosa que había en mi cuarto y el estuche que estaba encima de la mesa. Mañana tendría que ir a comprar los libros.

Cuando bajé, Sarah nos había hecho tortitas y me dio un beso en la frente antes de marcharse.

- Buenos días.- dijo Isaac bajando con su mochila y moviendo los dedos en un artilugio, un smartphone.

- ¿Y tu movil?

- No lo sé. ¿Tengo?

El subió corriendo las escaleras mientras yo me sentaba en una silla de la cocina a comer lo que había preparado Sarah.

Bajó con un móvil rosa muy plano y parecía muy moderno.

- Te he cambiado de número y sólo lo tenemos los cercanos a ti. Es decir, Sarah, yo, Alice y Mara. Estoy seguro de que dentro de nada tendrás más contactos.- dijo y beso mi frente. Un gesto muy dulce que me hizo sonreír.

Entre las muchas cosas que había aprendido en los seis últimos meses, adaptarme a las tecnología era lo que peor llevaba, me daba pereza. Sin embargo era algo muy utilizado así que Isaac no paraba de insistir hasta que recuperé mis redes sociales y lo primero que hice fue borrar toda huella de Jake.

Acabamos el desayuno rápido porque las clases empezaban a las ocho y teníamos que ir en coche porque era más rápido.

El edificio del instituto era enorme y parecía muy nuevo, Isaac aparcó en una plaza que vio, pero no se bajó inmediatamente, sino que me miró, como dándome fuerzas y besó mi frente. Se bajó del coche deseándome buena suerte.

Tomé aire y bajé. Cerré la puerta detrás de mi vi a Isaac dándole al botón de cerrar y  escuché el seguro de la puerta cerrarse. Me colgué la mochila a la espalda y miré inquieta el gran edificio.
Nueva vida, allá vamos.

Mrs. Malfoy 💟

Bueno, siento decirlo pero aquí acaba esta historia. Espero que hayáis disfrutado de ella tanto como yo cuando la estaba escribiendo.
He de decir que este final no era el que tenía pensado en un incio, también había pensado que James y Sam fueran hermanos, pero descarté la idea porque era muy descabellada. Sé que al final no es un Fanfict, pero así tengo opciones de seguir con la vida de Sam si me decís que es lo que queréis, pero, obviamente no seria tan Fanfict (ya tengo una idea pero no se sí os gusta mucho la historia como para comenzar otra novela). Así que os ánimo a que me deis vuestra opinión si debo escribir una continuación o no.
Por último, quiero dar las gracias a toda esa gente que me ha apoyado físicamente y virtualmente; a todos aquellos que habéis decidido seguir mi historia hasta el final y a todos los que habéis hablado a los demás de mi historia, porque cada día he ido viendo más y más estrellas y listas en la historia.
Esto no es un adiós, es un hasta pronto, si vosotros queréis y además seguiré escribiendo mi novela Parchis, que también es un Fanfict.

Hasta pronto y con mucho amor a todos y todas mis lectores y lectoras,

Mrs. Malfoy 💟

Eh, Potter!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora