Capítulo 14: Algunas cosas nunca cambian

17K 2.3K 383
                                    



Hacer que James se arrancara los ojos era una idea muy tentadora, pero lamentablemente lo necesitaba entero y dudaba que al magister fuera a entusiasmarle tanto como a mí. Robin nos miró sucesivamente al uno y al otro por un buen rato, seguramente preguntándose por qué yo todavía no había intentado asesinar a James o su hermano no estaba gritándome todos los insultos que conocía. Suspiré, era una larga historia. Había sido una apuesta al vacío y un riesgo ridículamente grande, pero yo había mantenido mi parte y a juzgar por cómo no estaba muerta a esta altura, James también había mantenido la suya. ¿Quién lo hubiera dicho? El brujo sí tenía palabra después de todo.

—Estoy perdido —dijo Robin levantando la mano como si fuera una clase.

—Estoy indignado —respondió James—. Te dejo unas semanas entre cambiaformas, y casi me matas por quitarle el resto de la ropa al pajarito.

—Me has visto desnuda —le recordé a James y él se estremeció.

—¡Y no quiero volver a hacerlo nunca más!

—¿Qué sucede, James? ¿No te gusta lo que ves? Y yo tenía entendido por parte de Bass que te gustaban bastante los cambiaformas...

—¡Deja de repetir eso!

—A ti te encantaría repetir eso...

—Creí que la magia de conversión estaba prohibida —dijo Robin antes que mi provocación consiguiera que James perdiera su autocontrol—. ¿O no lo está? ¿Ha cambiado la ley?

—Considerando que traición encabeza mi lista de crímenes actuales, no creo que nadie se fije en ese detalle —comentó James sacudiéndose nieve del cabello—. Romper una ley, romper todas. ¿Cuál es la diferencia?

—¿Por qué demonios estaría prohibido algún tipo de magia? —pregunté.

—Porque la magia de conversión es demasiado delicada y peligrosa, nada te asegura que salga bien o luego puedas volver a la normalidad —dijo Robin mirando con el ceño fruncido a James—. Es un riesgo que condena a la mayoría de los estúpidos que se atreven a intentarlo.

—¿Lo dice el sujeto que se arrancó el corazón para poder manipular una magia que le cuesta la vida, sabiendo que solo la iniciación podía llegar a matarlo? —dijo su hermano en respuesta.

—Si vamos a jugar a quién hizo la mayor estupidez que atente contra su vida, les recuerdo que yo declaré una guerra siendo consciente que gente moriría y yo lo sentiría —dije cruzándome de brazos—. Así que creo que los supero. A diario. Varias veces cada día. Maldita sea, no podemos perder el tiempo con estas estupideces. ¿Cuánto tienes?

—No mucho —respondió él sentándose en la cama y se puso de pie casi enseguida—. No puedo arriesgarme a que sospechen de mí por una ausencia muy prolongada. Ya van cuatro días.

—Cuando dijiste dos, creí que te referías a dos días para vernos, no a que estarías dos días detrás de mí —dije y evité mirarlo—. Gracias por cubrir mi rastro y el de Bass.

—Podrías haberme matado.

—Oh, créeme que lo pensé.

—Podrías tomarme como rehén ahora para negociar y ganar.

—Eres demasiado molesto como para tenerte cerca.

—Es bueno ver que algunas cosas no han cambiado.

—Yo sigo sorprendido por el hecho de que todavía no se han matado —comentó Robin y le sonreí.

—Tu hermano me resulta más útil con vida en este momento.

R es de Reina-Como-Debes (#3)Where stories live. Discover now