— Gracias, es todo un halago viniendo de ti. — rió.
— Eres un idiota. — rodé los ojos.
— Ya lo sé, me lo suelen decir mucho.
Ambos reímos, y apagué mi móvil, el cual ya se estaba quedando sin batería.
— Aunque tengo una pregunta muy seria para ti. — murmuró, acercándose a mí.
— Adelante, dispara. — respondí.
— ¿Un idiota haría esto?
Antes de que pudiera reaccionar, unió sus labios con los míos.
Perdí el equilibrio y me caí sobre la cama, de modo que él quedó encima de mí.
Movió sus labios sobre los míos y llevé mis manos detrás de su cuello, acercándole aún más a mí.
Tras unos segundos así, Chris se apartó de mí unos centímetros y se quitó la camiseta.
Santa mierda.
Creo que nunca antes había notado lo trabajado que está su cuerpo.
Se acercó a mí de nuevo y volvió a besarme, esta vez, con mucha más intensidad que la vez anterior.
Estaba realmente nerviosa, el corazón me iba a mil por hora y sentía la adrenalina correr por mis venas.
Sus labios bajaron a mi cuello, causando que me mordiera el labio inferior, a la vez que su mano se deslizaba desde ahí hasta mi estómago, y de ahí a mi cadera.
En un sólo movimiento, sacó mi móvil del bolsillo de mis pantalones y lo levantó sobre su cabeza, a una altura a la que no llegaba, a la vez que se separaba de mí.
— ¡Oye! — grité, separándome unos milímetros más de él, y se echó a reír.
— Dí que me quieres y te lo daré.
Fruncí el ceño y decidí recurrir a la otra opción.
— ¡Devuélveme mi móvil! ¡Dámelo, dámelo, dámelooo! — empecé a hacer un berrinche y a golpearle en el pecho.
Volvió a reír y se acercó a mí, de manera que sus labios rozaran los míos.
— Sólo dí que me quieres. — susurró sobre mis labios.
— Ugh, bien. — rodé los ojos. — Chris, te...
En ese momento, se abrió la puerta y, instintivamente, empujé a Chris, tirándole al suelo.
Bah, sólo se habrá roto un hueso o dos... ¿no?
— ¿Qué estabais haciendo? — le oí decir a Zoe, con voz ronca.
Sí, se nos olvidó que Zoe estaba ahí, y que estaba durmiendo.
— Esto, estábamos...
— Haciendo los deberes. — interrumpí, terminando la frase por Chris.
— ¿En la cama? — volvió a preguntar.
— Es más cómodo. — añadió él.
— ¿Y por qué Chris no lleva camiseta?
— Hm... porque, tenía calor.
— Pero estáis muuuy rojos, y...
— Haces muchas preguntas, pequeña Zoe. Vamos a ver la televisión. — respondí, alterada, y me levanté de la cama.
— ¿Otra vez? — suspiró, y se fue al salón, seguida por mí y por su hermano.
Justo cuando llegamos al salón, Chris pareció acordarse de algo.
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No soy tu princesa.©
Teen Fiction"― Yo de ti no jugaría a fútbol. ― dijo, acercándose más a mí, de modo que tuve que levantar un poco la cabeza ya que era unos siete centímetros más alto que yo. ― Se te podría romper una uña. Fruncí el ceño y me mantuve firme, mirándole a los ojos...
32. Perdiendo el norte.
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