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inclinó sobre el lavabo, llenando la cafetera, y él se rozó contra ella mientras se deslizaba en su camino a la nevera.

---No hay leche ---gruñó.

---Los hombres de verdad beben su café negro. ---Su sonrisa nerviosa se convirtió en una sonrisa. Está bien. Ella podía hacer esta cosa de un-gran-acuerdo del día después si caían de nuevo en el territorio familiar de burlarse, de bromear.

---Siempre y cuando haya azúcar. ---Envolvió su brazo alrededor de su cintura por la espalda y la atrajo hacia él. Una mano grande extendida sobre su vientre, arrugando su camisola, su pulgar molestando un trozo de piel expuesta. La intimidad ocasional la sorprendió. Le estrechó la mano. La cafetera estaba llena a rebosar, y el agua se precipitó sobre la parte superior y por el desagüe. Una carga de desperdicio que no se atrevía a parar o dejar ir al suelo. Toda su energía enfocada en mantenerse en posición vertical, en no dejar gotear un charco de papilla a sus pies.

Llegó a su alrededor, enjaulándola contra el fregadero, y cerró el grifo.

---Creo que estamos a punto de hacerlo aquí.

El mango de plástico clavado en su palma. Lo apretó, los nudillos blancos. Todavía no confiaba en él, o en ella. Todo esto sucedió demasiado rápido.

---No sé qué hacer contigo.

---¿Qué se supone que significa eso? ---Sonaba insultado.

Ella se dio la vuelta para enfrentarse a él, su pelvis contra su estómago, recordándole lo cerca que estuvieron solo hace unas horas. Perdió sus nervios y miró a su pecho en su lugar. Era un bonito pecho. Si tenía que mirar no-a-su-cara, por lo menos podía disfrutar de la vista.

---Exactamente. ¿Qué hiciste ayer por la noche, esta mañana? Soy un desastre. Odio ser esa chica ahora mismo. Me has hecho esa chica. Quiero ser indiferente, pero no puedo. Tú me haces un lío.

Sus ojos brillaron, ¿con reconocimiento?, y sus dedos rozaron su mejilla, la mandíbula. Inclinó su cabeza en lo alto, persuadiéndola para encontrar su mirada. Ella empujó su culo en el mostrador, tratando de poner un poco de espacio entre ellos.

---Oye, esa chica es mi amiga.

---¿Así que somos amigos? ¿Qué mierda?

---No me acuesto con mis amigos.

---Siento que ya hemos tenido esta conversación. ---Apretó las palmas contra su pecho, para alejarlo, para no sentir su calor, para no sentir su latido del corazón. Jesús. Latía tan fuerte como el suyo. ¿Qué tenía que temer?

---Nosotros no follamos, Callie. Lo que hicimos era...

---Por favor, no. ---Cerró los ojos, flexionó los dedos en su piel, preparándose. Por favor, no digas recreativo, o una distracción, o nada. No lo hagas.

---Fue mucho más.

Ahora, cubriéndolo cerca, ella miró su rostro. La Mandíbula áspera con barba de tres días le picaba al tocarla, los ojos llenos de algunos remolinos de emoción suave. ¿Tristeza? ¿Dolor?

---No tienes que tener pena por mí.

Él balanceó sus caderas y ella solo podía jadear. La dura longitud de su pene, insistente, impaciente.

---¿Se siente como pena?

Solo podía mover la cabeza mientras la encerraba en el círculo de sus brazos, la estrechó en un fuerte abrazo. Ella dejó de empujar, relajada, quedando a pulgadas de su hermoso, bombeante corazón.

The Opposite Of Nothing |HS| |SHOOT|Where stories live. Discover now