Al verlo, imágenes de ayer pasaron por mi mente, haciéndome sonrojar y bajar mi mirada a la máquina registradora.

—¡Hola!—dijo Mau dando saltitos. Sentí una mirada en mi nuca, y al suponer que era mi jefa, no di a entender que la conocía.

—Hola ¿qué va a pedir?

—¡Pero qué cortada, mujer!—se quejó ella, aparentemente sin entender.

—Ya… dime que demonios vas a pedir—susurré entre dientes, con una sonrisa en mi rostro.

Rió y me guiñó un ojo—Yo quiero un Café Mocha Blanco con un Muffin. Él—dijo señalando con la cabeza a Paul—, quiere un Café Latte. Ella… —dijo tratando de recordar qué era lo que le había dicho, supuse—un Cinnamon Dolce Latte, y eso es todo.

Después de cobrarle a ella, fué el turno de Cory, que me miró seductoramente de arriba a abajo sin tapujos, haciéndome sonrojar.

—¿Qué va a querer?—logré pronunciar.

—A tí por favor—dijo acercándose a mí.

—Nope, tiene que estar en el cartel—dije alejándolo.

—Si no hay vuelta que darle… llevaré un English Breakfast Té Latte, porfavor.

—¿Algo más?

—Sí, uhm, un beagel—terminó.

—Alguien vino con hambre hoy...—comenté mientras cobraba en la caja registradora.

—Después de la acción de anoche me encuentro hambriento...—susurró, y no pude evitar ponerme completamente colorada, ¡que descarado!

—Entonces espero que reponga sus energías con lo que pidió, señorito.

Después de cobrarle, me dirigí al baño, la vejiga me explotaba.

 

(...)

 

—¡Adivina quienes hacen noche de chicas hoy!—gritó Maureen desde el otro lado del teléfono. Ya eran las ocho de la noche, mi primer día de trabajo se dió por terminado, ahora estaba esperando que cerraran el local, para poder irme a mi casa. Aunque parece que mis planes acaban de cambiar drásticamente.

—¿Nosotras?—dije en voz baja.

—¡Claro que sí! Solo nosotras dos, como hace un par de años.

—Ya no somos niñas…

—¿Y a quién le importa dejar de ser adultas solo por un día?—dijo enfatizando el “un”.

—Bien… en un rato estoy en tu casa, tengo que terminar con el trabajo.

Después de un ruidoso “¡Siiii!” cortó, y yo me dí vuelta, de cara a mis compañeros de trabajo.

—Bien, entonces… es todo por hoy—dijo Nancy juntando sus manos—. Lo hiciste bien Nina. Nos vemos mañana, chicos.

Un “adiós” salió de la boca de los tres sin premeditarlo, casi a unísono.

Puse las manos dentro de los bolsillos de mi pantalón para emprender viaje a la casa de  mi mejora amiga.

—¡Oye, Dobrev! Déjame llevarte—sugirió.

—¿Tu buena acción de la semana?—lo reté. Sin duda no iba a negarme, pero tampoco iba a aceptar tan rápido.

—Creo que sería del año, teniendo en cuenta el mal carácter que tienes…

Mr. & Mrs. Somerhalder |en pausa|Where stories live. Discover now