Capítulo 8

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Thomas

La luz del sol me arrancaba de la cama, yo solo quería seguir durmiendo, aunque la alarma tampoco cooperaba con sus horribles sonidos. La cobija se pegaba a mi cuerpo debido al calor, me sentía pegajoso y sudado. Era una mañana calurosa, y me daba una pereza horrible el saber que tenía que caminar por las calles con ese uniforme tan incómodo. Me di una buena ducha fría, limpiando todo mi cuerpo, casi quedándome dormido debajo de los grandes chorros de agua, sintiendo los ríos que se formaban por mi cuerpo desnudo. Habían pasado ya días y un fin de semana entero desde la noche que había estudiado con Dylan, tomamos el examen el viernes, y durante el día, Dylan realmente no me había hablado en la escuela. Me saludó cuando llegó, pero luego de eso, nada. Tampoco era que esperaba que me buscara conversación a cada minuto, o que seríamos los mejores amigos del mundo. A pesar de eso, por mi mente repasaba todas esas horas en las que estudiamos juntos, y el verlo tan normal y vulnerable se había quedado como una imagen grabada en mi subconsciente. Estaba seguro que anoche había hasta soñado con él, pero no recordaba bien sobre qué había pasado en el sueño.

- Thomas, avanza, que vas a llegar tarde - golpeó mi mamá la puerta del baño - Te puedo dejar en la escuela pero necesito que avances - volvió a decir. La escuché bajar las escaleras y comenzar a preparar el desayuno. 

Salí del baño y me preparé lo más rápido posible. No iba a dejar perder la oportunidad de llegar a la escuela en un carro con aire acondicionado en lugar de caminar bajo el sol horrible de Florida. Bajé las escaleras, y mi madre había preparado un tazón de avena para mí. No era mi comida favorita del mundo, pero era algo manejable en lo que llegaba el almuerzo. Ella estaba vestida con una ropa normal, para nada el uniforme que acostumbraba llevar por el trabajo. 

- ¿Qué vas a hacer hoy? - le pregunté, era su día libre y usualmente se quedaba a dormir hasta tarde, descansando. 

- Tengo que ir al banco a resolver unas cosas de la casa, y luego tengo una cita. Médica - añadió cuando le lancé una mirada pícara - Pero no quiero llegar tarde, así que necesito que avances.

Respiré un poco molesto. Siempre me enojaba que mi madre me apurara, a veces podía llegar a ser un poco... desesperante. Aunque nunca iba a decirlo esto de frente, en su cara. 

- Ya no se nota tanto - me respondió tomándome el rostro en sus manos y examinando los golpes que ya, en varios días, habían comenzado a desaparecer - ¿Te estás poniendo la crema que te di? 

- Dos veces al día, sí. 

Cuando mi madre me vio en la mañana, al otro día de la pelea, el grito que había pegado probablemente se había escuchado hasta en Canada. Comenzó a desesperarse y pelearme, preguntando quién había sido, que por qué no la había llamado rápido que había pasado, que, si había sido en la escuela, iba a demandar por ellos no haberme protegido, etc. etc. etc. 

Tuve que sentarla, intentar calmarla y explicarle que la realidad era que había sido mi culpa, que, por un malentendido con un compañero del salón, había comenzado yo la pelea, que yo le había dado el primer golpe, pero que ya la situación se había arreglado y que el muchacho solo se había defendido. Me torció el corazón ver la decepción en sus ojos, y aún más el sermón que me dio después de eso, diciéndome hasta de las cosas que me iba a morir si no cambiaba esa actitud y nunca más volvía a atacar a alguien primero. Me había castigado con no salir de la casa todo el fin de semana, pero tampoco era como si yo tuviera planes de salir con nadie, así que lo acepté feliz. Me lo merecía, lo sé, aunque solo había sido la primera vez que me había portado de esa manera. 

- Todavía no me cabe en la cabeza como tú, tú, comenzaste una pelea - me dijo, mientras limpiaba su tazón de avena. 

- ¿No me veo lo suficientemente fuerte como para pelear? - le dije, ofendido. 

Te amo, y por eso te odio. [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora