Capítulo 34

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Thomas

—¿Quién va primero? —preguntó Ali.

Estábamos todos sentados en el piso de su cuarto, con los regalos que habíamos traído para el intercambio alrededor nuestro. Cada uno había, afortunadamente, elegido papeles de envolver regalos diferentes. Dylan tenía sus paquetes con pequeños dibujos de fútbol, Ali había elegido un papel color fucsia, estaban los de Freddy, que tenían muchos árboles de navidad, Robert con sus paquetes color azul claro y globos de nieve, y yo, que había decidido comprar un papel de regalo dorado y crema. Era como si estuviésemos metidos en medio del taller de Santa de tantos regalos que habían.

Las paredes de la cabaña retumbaban con el sonido de la fiesta. Al parecer, en los minutos que habíamos estado desaparecidos, más personas habían llegado, y se escuchaban las risas desde el patio, las conversaciones y el karaoke a todo volumen. Pero nosotros teníamos nuestra propia música, nuestro propio espacio, rodeados de todos los afiches y decoraciones que Ali había acumulado a través de los años.

A diferencia de lo pulcra y moderna que era la cabaña, el cuarto de Ali era igual que ella: colorido, impredecible y lleno de todas sus diferentes facetas. Desde muñecas y juguetes hasta cosas para el cabello, desde libros hasta tacones y maquillajes esparcidos en diferentes partes. Por el montón de ropa que había tratado de esconder detrás de la puerta del armario, pero que se veía claramente, era obvio que le había costado escoger qué se iba a poner para la fiesta. La camisa de manga larga color roja y el pantalón blanco que había elegido habían sido una buena decisión. Verla con sus trenzas completamente negras, sin ningún color diferente, me había sorprendido, pero llevaba perlas y cuentas en ellas, que le daban ese toque chic que Ali siempre tenía.

—Vamos en orden alfabético —contestó Dylan, que estaba sentado a mi lado, como de costumbre.

—No es justo —respondió nuestra amiga —¿Por qué mejor no empiezan los que se van a ir de viaje en Año Nuevo y me van a dejar sola en Rubis? Yo creo que esa es una mejor idea.

—¿Todavía estás molesta por eso? —dijo su novio, rodando los ojos. 

—No estoy molesta, solo me parece una falta de respeto —contestó ella, bromeando.

—Si fuese por eso, entonces tendríamos que empezar todos excepto tú, y eso no es posible —dijo Robert. Freddy y él tenían un viaje planeado ya con sus familias para pasar el Año Nuevo en un centro de esquiar en Canada. Dylan viajaría a Seattle junto a su padre para pasarlo allá. Y yo... Bueno, yo iría a Atlanta por primera vez en mi vida. 

Un escalofrío me recorrió el cuerpo de tan solo pensar en lo cerca que estaba ese viaje, y que en menos de una semana estaría pasando más tiempo con mi padre y su familia, o bueno, mi familia, en su casa, alejado de mi mamá y de mis amigos. No era que no me emocionaba, porque por algo había aceptado. Pero como quiera, me aterraba un poco.

—Dale, empieza —repitió Dylan.

—¿Pero por qué yo? —volvió a quejarse Ali, que al parecer estaba más emocionada por recibir los regalos que darlos.

—Porque nosotros no empezamos con la letra "A" —respondió Robert.

—Okay, okay. Pues abran los míos —todos tomamos los paquetes que Ali nos estaba dando, el papel se veía y se sentía de excelente calidad. Probablemente había costado mucho más de lo que había costado el mío, que había conseguido con descuento por haber comprado otras cosas en la tienda. Todavía me latía un poco el dedo en el que me hice un pequeño corte de papel al tratar de envolver los regalos.

En menos de un segundo, comenzamos a crear un desastre sobre el piso. Papel y cinta adhesiva empezaron a tirarse por todas partes, y este solo era el comienzo de una masacre que, definitivamente, tendríamos que recoger al final. Freddy fue el primero en lograr ver lo que su novia le había regalado.

Te amo, y por eso te odio. [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora