5- ¿Te cuento un cuento?

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La música empezó a sonar y Ryan se dejó caer en la cama mientras ella miraba el lugar en silencio.
-¿Te gusta la música vieja?-ella asintió.-Sos la primera persona que coincide con mis gustos. Nadie había logrado estar escuchando tanto tiempo.
-Hay un bar en el centro donde siempre ponen estás canciones. No hay mucha gente. Es un lugar agradable.-susurró ella.
-Tus papás dijeron que hace ocho años que no salís, a no ser que escapes y nadie sabe a dónde vas. Hace mucho que no vas a la escuela. Creí que eras autista.
-Muchos lo creyeron. Creo que sólo soy rara.
-A mi me pareces más normal que muchas chicas.
-Algunos creen que tengo un retraso.-dijo, deslizando su dedo por los lomos de los libros.- No me gustan las cosas que dicen.
-Tampoco a mi.-dijo él.- Ellos no saben lo que dicen. Son unos tontos, Chloe.
La chica lo miró y sonrió con suavidad. Se tumbó en la cama, a su lado. Ambos observaron el techo en silencio mientras la música sonaba a todo volumen.

-Damelos.-dijo Freddie.
-Este es mi vicio. No me molestes.
-Por el amor de Dios, Margarett, eso va a matarte.
-Papá no murió y fuma hace años.-dijo ella, encendiendo el cigarrillo.
-Cuando veas lo que de verdad estás haciendo, no quiero que vengas a llorarme. Vas a morirte, Margarett y vas a desear no haber hecho nada de esto.
Por más que intentó dormir, no pudo hacerlo. Caminó al cuarto de sus padres y los observó dormir un largo rato. Ambos iban cubiertos sólo por una sábana. Sabía que no tenían ropa, que habían tenido sexo, pero no era la primera vez. También sabía que su madre había perdido un hijo hacía cinco meses, aunque no lo había mencionado a sus hijos.
Al rato, la puerta se abrió y su hermano la miró antes de extender su mano. La sacó de ahí. Se metieron en su cuarto y se acostaron en la cama.
-No vas a morirte.-dijo él.- Perdón por decirlo y hablarte así. Supongo que a las hermanas menores les gusta sacarnos de quicio.
-No puedo dejarlo.-confesó ella.
-Voy a ayudarte.
-Extraño a mamá y a papá.
- Yo también.-dijo él, abrazándola con fuerza.- Pero sé que algún día todo va a volver a ser como antes.

Jessy se sentó sobre el torso de aquel borracho desnudo y sonrió antes de terminarse su cerveza y volver a ponerse el sostén. Escuchó las sirenas y se apresuró a la puerta, dejando a ese pobre chico luchando con sus pantalones.
-¡Esperame!-gritó.
-No. Yo soy de una sola vez.- le sonrió, perdiéndose en el jardín trasero, saltando un par de rejas y volviendo a las calles iluminadas de clubes y bares. La noche recién comenzaba.

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