the kids from yesterday · solangelo

Capítulo 8 - Final

*Hola! perdonad estas tres semanas de retraso >.< Aquí tenéis el final!! espero que lo disfrutéis!*

Pasaron tres semanas. En cierto modo, Para Will fueron las tres semanas más largas de su vida, y a la vez las más cortas.

Nico y él estaban enfadados, pero no era un simple enfado, no. Se negaban a hablar, no querían volver a verse. Nadie sabía cual era el motivo de todo aquello, pero ellos dos habían cortado cualquier tipo de relación y nada los reconciliaría. Lou decía que era una lástima que, después de todo aquel tiempo, después de tantos años deseando volver a encontrarse y que, al final, consiguiesen volver a hablar por pura casualidad, lo tirasen todo por la borda por una simple discusión. Además, la madre de Will casualmente le había comenzado a llamar un mínimo de tres veces por semana para sacarle algún tipo de información relativa a Nico justo al día siguiente de que su prima se enterase de la discusión.

La primera semana fue la más tranquila, de todas maneras, porque todo el mundo pareció pensar que había sido un choque de personalidades, nada grave. Will y Nico eran tan diferentes que parecía lógico que tuviesen algún que otro encontronazo de vez en cuando. Pero los días pasaban y Will dejó de ir a comer con sus amigos de forma progresiva, para pasar más y más rato encerrado en su apartamento, estudiando. Salía incluso menos de lo normal. Al final sus amigos se empezaron a preocupar.

Will se limitaba a decir que le dejasen tranquilo, que necesitaba espacio, que solo quería estar solo y no pensar. Lo respetaron durante una semana más, pero para la tercera semana Lou se tiraba de los pelos.

Un día apareció el "grupo de protección de Nico", formado por Percy y Jason (Annabeth y Piper también estaban, pero abandonaron la escena con una excusa muy barata, mientras escondían una sonrisa).

—¿Nos vas a contar que ha pasado? —preguntó Jason, yendo al grano —Nico no dice nada y se está apartando más de lo normal de nosotros. Nos preocupa, como comprenderás.

—Lo siento, chicos, no tengo ganas de hablar del tema —respondió Will, de mala gana. Tres semanas estaban siendo demasiado.

—Oh, venga ya. Hemos hablado hasta con su tío. Quien nos dijo, por cierto, que él no había notado nada raro. Sí, claro —refunfuñó Percy —. Eres nuestra última opción. Por favor, dinos que ha pasado.

—O por lo menos, habladlo tranquilamente ahora que ya ha pasado tiempo.

—No hay nada que hablar, de verdad. Él por su lado y yo por el mío. De momento nos ha ido bien así, ¿no? Es decir, no le he visto por aquí queriéndome pedir perdón, ¿o lo ha hecho? —Will se cruzó de brazos, a la defensiva —¿Esperabais convencerme para que fuese yo el imbécil que diese el primer paso?

Los dos chicos lo miraron, mortificados. Percy incluso tuvo la decencia de parecer avergonzado de verdad.

—Mirad, esto no va a ningún lado. Nico y yo no queremos saber nada el uno del otro, es en lo único en lo que nos hemos puesto de acuerdo. Cuanto antes lo aceptéis, mejor.

—¡Pero Will! —exclamó Percy, abriendo mucho los ojos —¡No puedes hacerlo! ¡No después de todo lo que hemos...!

Jason le dio un codazo en las costillas que, a juzgar por la potencia del impacto, Percy tendría que haber acabado retorciéndose en el suelo con al menos dos costillas rotas. Sin embargo el chico se limitó a aullar y a lanzarle cuchillos con los ojos a su amigo.

—Chicos, si no os espabiláis, nos vamos nosotras solas al cine —dijo Annabeth, llegando con una bolsa que parecía estar llena de barritas de chocolate. Piper, a su lado, le guiñó el ojo discretamente y Will se aguantó la sonrisa.