Prólogo.

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Krähennest, Suiza

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Krähennest, Suiza.

20 de Octubre 2019
Hora: 11:02 pm

Todas mis acciones, por más buenas que quisiera que fuesen, terminaban por estropearlo todo y como resultado sólo obtenía tragedias.

Ruines y estúpidas tragedias.

Una cosa es segura, y es que nada de lo que hice o haga cambiará mi destino. Todo esto me llevará a mi propia muerte, claro, pero no es lo que realmente me aterra, me asusta más mi propia naturaleza y aceptar finalmente lo que soy, porque a veces la única forma de librarse del mal, es convirtiéndote en parte de ella. Y no hay cosa más terrible que no poder hacer nada para poder evitarlo.

Todo mi cuerpo está bañado de sangre, de mi propia sangre. Estoy tirada contra la tierra, mi cabello se encuentra esparcido por mi rostro nublando mi vista, está lleno de lodo mezclado con sangre que tosí, el mismo olor me provoca náuseas, mi postura asemeja a la de una chica que ha sido golpeada brutalmente para después dejarla desangrándose en el bosque, ¿cuán lejos está eso de la realidad?

Escucho unos pasos muy cerca de mi.

Me mantengo inmóvil, de cualquier forma no tengo a dónde ir, no puedo correr, no puedo siquiera moverme. Todo me duele.

Las palabras de Lea, vienen a mi mente en una ráfaga: «No investigues, no entres al bosque, no confíes en nadie, nada de lo que creas que hayas escuchado es real, son...solo mitos para provocar terror a los recién llegados».

Tiemblo de frío y respiro por la boca, mentalizándome que todo va ha estar bien, ¿cuántas veces no me dije lo mismo durante este mes? Parece que mentir es la única forma de calmar a la mente en momentos tan desesperanzados como este.

Su voz se escucha muy cerca, tarareando una melodía extraña. No puedo distinguir exactamente de quién se trata, horas atrás lo vi con un pasamontañas, que cubría su rostro dejando solo a la vista sus ojos negros, tan negros como la misma oscuridad que rodea el bosque de Krähennest.

—Chiara —dice con voz cantarina, arrastrando levemente las palabras—. ¿Dónde estás? no voy hacerte más daño, te lo prometo —hay cierta burla en sus palabras—. Solo debes darme todo lo que necesito y todo saldrá bien.

Cierro un momento los ojos de alivio al escuchar cada vez más lejana su voz.

Jamás debí haber venido a este pueblo de mierda, no después de todo lo que me ha sucedido y he descubierto desde mi llegada.

Van a matarme, ellos me quieren muerta, pienso con agonía, deseando no estar aquí.

Pasan varios minutos y dejo de escuchar ruido alguno, solo soy yo y la noche. El aire nocturno acaricia mi piel, estoy empezando a perder fuerza e involuntariamente mis párpados comienzan a cerrarse a causa de toda la sangre que he perdido.

Antes de perder el conocimiento en su totalidad, escucho el crujido de ramas romperse, en mis últimos parpadeos, consigo ver unas botas negras de cuero caminando hacia mi.

Él se pone de cuclillas frente a mi, quitando el cabello de mi rostro con suavidad para que pueda verlo, y se saca el pasamontañas de un tirón. Una sonrisa torcida y siniestra aparece en su estúpido rostro que también está manchado de sangre, y un escalofrío me recorre de pies a cabeza.

—Buh —habla en un susurro—. Te encontré.

Es lo último que escucho antes de desmayarme.

La Princesa De Los Cuervos Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz