#12: Amo tus besos

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Me quedé callado, atónito. Ella frunció el entrecejo, hizo un ademan con la mano y retomó la caminata, dejándome desconcertado y solo en la solitaria calle.

«¿Quieres ser mi novio?». Joder, sí. ¡Claro que quería ser su novio! La había esperado y extrañado durante dos años. 

¿Cómo le diría que no? Sin embargo, también había sido por esa misma razón por la cual no había sido capaz de responder: Dos años. ¿Es comprensible? No la había visto durante todo aquel tiempo, no había sabido nada de ella y ahora de repente hacía aparición en Londres de nuevo. ¿Y me ponía la propuesta de ser su novio? La pregunta me había tomado desprevenido totalmente.

Pero... si le decía que «no» esta vez, probablemente la perdería a ella y a esa gran oportunidad para siempre. No sabía si estaba en Londres para quedarse permanentemente, y ni siquiera me enteraba aún qué hacía allí de vuelta, pero la quería y no perdería la oportunidad de volver a tenerla en mis brazos.

Volteé sobre mis talones y noté a Oriana, que caminaba alejándose de mí lentamente. Se veía pensativa, por lo que sin perder un segundo más, aproveché que no estaba tan lejos de mí, y me dirigí lo más rápido que pude hasta llegar a su lado.

La cogí por el brazo, decidido de lo que estaba a punto de hacer, ella volteó sorprendida y estampé mis labios contra los suyos.

Había extrañado tanto besarla. La última vez que había probado el sabor dulce de su boca había sido antes de que ella subiera al taxi y desapareciera en Nueva York. Tenerla ahí, en Londres, sus labios pegados a los míos... parecía hasta irreal.

Estendí los brazos y posé mis manos en su cintura, atrayéndola más a mí. Oriana posó sus delicadas manos sobre mis brazos y no puso resistencia. Me encantaba, ella me encantaba, aquel momento me encantaba. Sin embargo había algo que faltaba, y sólo ella podía dármelo.

Que me besara de regreso. Sus labios permanecían quietos y no parecía dar señales de que en algún momento correspondiera el beso. Pero yo lo necesitaba, necesitaba saber que me quería.

Finalmente, resignado, me alejé lentamente de ella y de sus labios. No me besó de regreso, pero no iba a obligarla. La miré a los ojos, esperando por alguna razón que dijera algo respecto a lo sucedido, que estuviera atónita, en shock.

Pero estaba equivocado. En todo.

-¿No sabes quién soy?- cuestionó duramente, mirándome de lo más fría.

Claramente, ninguno de mis gestos aquella noche le había afectado.

-Sí. Eres Oriana Sabatini- respondí un tanto divertido, pero ahogando mi risa al momento de ver que a Oriana no le hacía gracia.

-¿Algo más?- preguntó impaciente, tensando la mandíbula.

Fruncí el ceño y negué con la cabeza. Eso era ella, nada más. Oriana Sabatini... ¿Qué más le iría a decir? Más bien: ¿Qué esperaba que le dijera? Estaba confundido, era una situación sinceramente de lo más extraña.

Una sonrisa adornó el rostro de Oriana luego de mi negación ante su pregunta. ¿Era eso? ¿Esa respuesta necesitaba ella? 

Sin comprender nada, ella dio un paso hacia adelante, sin darme el tiempo de asimilar todo, y besó delicadamente mis labios, haciendo que mi respiración se cortara por unos segundos. Se alejó nuevamente y se mantuvo con una adorable sonrisa frente a mí.

Me había besado.

¿Me había besado?

Me había besado.

Oriana Sabatini me había besado.

¡Oriana me había besado!

Y mejor me lo dejaba guardado porque estaba a punto de gritarlo a los cuatro vientos.

Volando alto (VCLN2)Where stories live. Discover now