Capítulo V

2.9K 374 561
                                    

Después de disfrutar una taza de café con Gerard a las 3 de la mañana, Frank creía que no lograría dormir, pero al momento en que su cabeza tocó el sillón, el enano cayó en un profundo sueño.

—Buenas noches —Susurró Gee, poniendo sobre el una sabanita de panqueques que solían usar. Amaba verlo dormir, sentía que era como un niño al que debía proteger. A pesar de que él ya lo había protegido dos veces.

—Por dios, das miedo, amigo —Pete se acostó en su cama, cayendo al lado del cuerpo ya dormido de Mikey.— Me recuerdas al vampiro de las películas, ese que observaba todo el día a la chica nueva, ¿cómo se llamaba? Como sea, son igual de pálidos.

—¿Van a dormir juntos? —Preguntó, ignorando la estúpida comparación.

—Y ustedes van a dormir juntos. —Dijo, apuntando al Iero ya soñando. Pete parecía bastante cómodo, ponía su brazo sobre los hombros del rubio y recostaba su cabeza por la almohada. Way había insistido en que durmieran usando pantalones.

—No —Repuso el otro. No iba a dormir al lado de su maldito capitán arroz. No iba a hacerlo, iba dormir en el piso. Sí, sonaba como una buena idea, muy razonable, ¿no?

—¿Qué tiene? —El chico enarcó una ceja, intuyendo lo que pasaba.

—No quiero, es-estamos yendo muy rápido, ¿no crees?

El moreno se relamió los labios y soltó una risa bajita, cuidando no despertar a los bellos durmientes.

—Si tan heterosexual eres, —Se burló, esto lo divertía tanto— No tendrás problema en dormir con tu bro. ¿Verdad?

Tenía que admitirlo, no esperaba que el chico actuara de esa forma, estaba completamente fuera de guardia.

—¿Eh, yo? Por favor. Amo a las mujeres, adoro a las mujeres, sí, mujeres, vaginas —Intentó que esto saliera con la voz más varonil posible, pero sonó como un imitador de Britney Spears, y no había nada que se alejara más de lo varonil que aquello.— Amo las vaginas.

—De acuerdo —Espetó, tratando de no reír.— Quítale la camisa, ¿quieres? Frank siempre duerme sin camisa.

Gerard deseó ser menos pálido, porque maldición, su cara estaba roja como un tomate por millonésima vez esa noche. Desventajas de verte como un maldito vampiro emo.

—Claro, claro

Gerard sujetó ambas partes de la remera de su amigo, levantándola hacia arriba. Y Jesús, no estaba preparado.

La tinta se fundía con la piel de su Frankie. Diversos diseños manchaban la piel del chico, convirtiéndose a sí mismo en una obra de arte. Frank Iero era arte y quería ser el único que lo supiera. Observó cada diseño en su piel, preguntándose qué historia encerraba. Si alguna vez las descubriría todas.

—Cuando termines de babear —Espetó el bajista— te recomiendo dormir.

—Imbécil —Susurró, acompañando al chico tatuado a dormir en el sillón.

No podía evitar estar agradecido. Agradecido por los remedios, por haberlo salvado, por simplemente tener una hermosa voz que lo hacía sentir cálido por dentro. Gracias.

—Ey, ¿no te vas a sacar la camisa? —Preguntó el único que seguía despierto, mirándolo a los ojos.

—No, soy muy gordo para eso. —Dijo, restándole importancia y acostándose a un lado.

¿Volvía a decir eso? Pete empezaba a preocuparse seriamente por el chico, le encantaba llamarlo así, pero era una broma, nada más. Realmente, no había nada malo con su cuerpo.

Prozac y avellanas -Frerard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora