CAPÍTULO 3- UN BUEN SABUESO

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Ya llevaba dos noches o tres en ese maldito pueblucho sin conseguir nada de utilidad, había estado paseándose por las diferentes calles intentando localizar algo de el olor a vampiro de Mink, pero sinceramente no había encontrado nada, además, el hedor a perro le jodía el olfato.

También había estado repitiendo su método de la primera noche. Había interrogado por las buenas a todo tipo de personas y después lo había intentado por las malas y lo único que había conseguido era aburrirse con charlas sin sentido de todas aquellas personas que, al fin y al cabo, acabaron siendo su cena.

Estaba algo desesperado e incluso había ido a la biblioteca del lugar buscando algún libro sobre la licantropía del pueblo que pudiera indicarle donde se ocultaba la obvia manada, pero no había encontrado más que tonterías y sandeces mitológicas y folclóricas.

Desesperado salió del motel que estaba pagando con el escaso dinero que robaba de sus víctimas. Ah, ese también era un problema, debía dedicar un buen tiempo a esconder los cadáveres o a hacer que parecieran atracos o accidentes para no meterse en líos.

No le preocupaban las autoridades humanas, era un vampiro y, como todos, era intocable por cualquier medida justiciera mortal, pero seguro que le harían perder mucho tiempo. Tiempo del que no disponía.

- ¡Adam!- Rose le gritó desde una corta distancia, venía corriendo tras de él.

Por primera vez en toda su vida se alegraba de verla, quizás ella podía arrojar algo de luz ante su sombrío problema sin resolver.- ¿Has averiguado algo?

- Poco, quizás podrías ayudarme con lo que tengo- Allí asintió devota, lo haría todo por Mink- Por ahora lo único que sé es que en este pueblo hay una manada de lobos bastante grande ¡Joder hay un montón!- se desesperó sabiendo que no podría con todos- Bueno, y son ellos los que se han llevado a Mink. Pero no se en que parte del pueblo se ocultan ni porque lo han hecho.- Él la miró rogando por algo de ayuda y ella solo abrió los ojos al ocurrírsele una idea.

- ¡Ya se! Los lobos siempre tienen a algún hechicero en su manada y Mink me dejó hace tiempo un libro de conjuros que implican el uso de sangre de vampiro. Si no ¿Para qué iban a querer los lobos a un vampiro con vida?- sus claros zafiros se iluminaron de ilusión y su boca roja se abrió con emoción ante la idea de haber contribuido beneficiosamente en ayudar a su amor.

- Menos mal... Trae ese maldito libro cuando puedas. Quizás si se porque lo quieren puedo averiguar donde lo ocultan- La chica solo asintió, nunca había visto al vampiro tan aliviado como para no decirle ninguna grosería.

- Ah, Adam, tengo que darte una mala noticia- El hombre solo suspiró y la miró con recriminación.

- Siempre jodiendo...-susurró haciendo que Rose frunciese el ceño.

- Nicolau esta aquí. Se ha enterado de la desaparición de Mink y quiere hacerse el héroe para ganarse su atención, así que ten cuidado. Intentará fastidiarte- Adam se sujetó el puente de la nariz mientras suspiraba.

- Me toca aguantar a todos los imbéciles- murmuró mientras apretaba los puños mirando a la irritante chica que, como Nicolau, solo quería ganarse la atención de Mink. Aunque eran diferentes tipos de atención- Ves ya a por el jodido libro, no sabemos cuánto tiempo nos queda- espetó, haciéndola desaparecer como un gato asustado.

Ahora además de encontrar a Mink, debía buscar al torpe y estúpido Nicolau y lograr persuadirlo para que lo dejase en paz. Si quisiese colaborar con él en la búsqueda de su creador sería perfectos, los dos vampiros hallarían a su maestro sin problemas, pero para Nicolau todo era una competición que, a causa de su rebeldía, la misma que hizo que Mink le repudiase como pupilo, perdía.

Inaceptable (gay) [En Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora