Capítulo 1

68 4 2
                                    

Salieron de la fiesta.
Krishna llevaba de la mano a su hermana Elisabeth se llevaban cuatro años de diferencia, eso significaba que su hermana tenia catorce años, a pesar de que se viera más grande gracias al maquillaje y al vestido de color negro. Era una chica frágil, sencilla y un poco torpe a decir verdad. Era por eso que Krishna tenia que protegerla en todo momento.
Cuando la violencia estalló en la ciudad, se vio obligada a entrar a una escuela clandestina de artes marciales. Por suerte nunca necesitó poner en practica lo aprendido ya que Los Gobernantes decidieron implementar el Protocolo Acero Que consistia en barrer las calles con ayuda de robots, entrenados para grabar (y en algunos casos) capturar y matar sin siquiera chistar.
Caminaron con cirrto temor, por la calle que en ese momento estaba vacía, Krishna sentía incluso un poco de adrenalina correr por sus venas, lista para ayudarla si tenia que saltar y defenderse de alguna persona que quisiera hacerles daño.
En un mundo en el que ni las personas podían con el crimen, se tenía que estar bastante alerta.
En la calle no había nada, solo los faros de luz cálida que colgaban de algunos postes y ellas dos. Ni siquiera había Agentes de Acero.
No querían ni siquiera proferir alguna palabra.
-¿Iremos caminando- preguntó Elisabeth.
-¿Ves alguna otra manera?- contestó Krishna un poco molesta.
Sentir nervios hacia enfadar bastante, lo cual a veces le parecía ridículo.
-Lo siento- se disculpó la hermana en voz baja.
Continuaron caminando en silencio, Krishna volteaba hacia todas las direcciones posibles para detectar si alguien las seguía, pero en todas las veces que volteó no vio a nadie.
Llegaron a los Condominios, la zona en la que vivían los obreros de la ciudad. Era un lugar de más o menos in kilómetro a la redonda en donde se levantaban enormes edificaciones de cientos de pisos en donde se encontraban los departamentos de todos.
En cuanto vieron las pocas luces de los pasillos de los Condominios se toparon con un Agente de Acero, que hizo que Krishna se sobresaltara. Sus aspectos eran bastante extraños, tenían forma humana, la piel de todos los Agentes era de un blanco casi antinatural, cuando había poca luz se podía ver un destello de color azul eléctrico en sus ojos, sin embargo a la luz del día parecía que incluso no tenían ni iris ni pupilas, sus ojos eran totalmente blancos. Y usaban trajes grises bastante gruesos que no sería una sorpresa si estuvieran blindados.
Caminaron después de toparse con el Agente por algunas calles angostas que carecían de iluminación, Kris odiaba esos pasillos porque sabía que los pocos delincuentes que aún se mantenían escondidos atacaban en esos lugares. Pero a pesar de eso, siempre se pasaba de largo con la mirada en alto como si no tuviera miedo.
Elisabeth se le pegó al cuerpo y le apretó la mano en cuanto vio a un señor bastante grande mirándolas mientras tomaba un líquido color ámbar de una botella sucia.
-Me da miedo- comentó Elisabeth.
-Calla, nos puede escuchar- le dije de una manera tranquila, en vez de reprenderla.
-Oigan chicas, vengan a divertirse un poco- dijo el hombre cuando ellas ya lo habían dejado atrás por un par de metros.
Se escucharon los pies del hombre arrastrándose en el piso y en los charcos y Krishna supo que el había comenzado a seguirlas mientras decía palabras incomprensibles por su estado de ebriedad.
-Camina más rápido- Kris le pidió a su hermana la cual asintió y acató la orden.
Doblaron en cuanto terminó la calle, pero Krishna sintió algo pesado enrollarse en su cuello y dejándose caer. Era el hombre, que ya la tenia derribada.
Elisabeth gritó muy fuerte, lo bastante como para que alguien escuchara, pero Kris sabia que nadie respondería a la llamada de auxilio de su hermana por el miedo que les causaba volverse a encontrar con algún atacante.
Krishna intentó quitarse los brazos del hombre del cuello, pero sus esfuerzos eran inútiles, hasta que le propinó un codazo en la costilla. Pero el no gritó, gruñó de una manera terrible, como si fuera un león, deseó que lo del león solo fuera dramatismo, pero realmente lo había hecho. Su voz se había tornado gutural.
Y supo que lo que había en esa botella no era más que una droga bastante barata que alteraba los nervios de la gente. Con forme el mundo avanzaba, las drogas también lo hacían, pero de una manera horrible y siniestra.
Se levantó del suelo y lo miró, el hombre se le lanzó de nuevo y le dio a Kris un golpe en la nariz.
Kris solo sintió la sangre correr por su labio, y un sabor metálico en la boca cuando remojó sus labios con la lengua. Se acercó al hombre y le soltó un puñetazo en el mentón dejándolo en el suelo. Pero el hombre cada vez que era golpeado por Krishna, parecía volverse más fuerte.
En el momento en el que el hombre se levantó por quinta vez, este sacó de su chamarra rota, un cuchillo de caza.
-¡Corre!- le gritó Kris a Elisabeth.
De todas formas sabía que Beth no podría hacer nada en esas circunstancias.
Ella escapó por la calle mientras Krishna intentaba concentrarse en el enorme cuchillo que blandía el hombre frente a ella.
Pensó que lo único que le quedaba por hacer era matarlo, por muy extremista que pareciera la idea. En ese momento supo que era su vida o la de él.
Él lanzó la navaja con fuerza directo al vientre de Kris, quien evadió el ataque y tomó con una mano el codo del hombre y con la otra tomó su mano. En medio de un gruñido, Krishna se giró con la fuerza suficiente como para clavarle el cuchillo al hombre.
El hombre gruñó y cayó de rodillas mientras Kris le quitaba el cuchillo de la mano. El hombre intentó pararse de nuevo, pero antes de que pudiera hacer algo, Kris le clavó el pesado cuchillo en el cuello, vio mucha sangre brotar de la herida pero le sorprendió la frialdad que sintió al ver al hombre caer al suelo. Pero aún así sintió como su respiración se agitaba gradualmente.
Detrás de ella se escuchó un ruido metálico. Se giró de manera nerviosa y se encontró frente a frente con un Agente. Sus ojos se volvieron del azul a un rojo amenazante.
-Acto de Violencia en tercer grado y asesinato- dijo su voz robotica.
-No es lo que piensa- dijo Kris.
Sabía que aunque el robot no le entendía había alguien mirando desde un monitor.
-Orden de tirar a matar recibida- dijo el robot y su dedo índice se convirtió en un cañón semejante al de las pistolas.
Krishna en cuanto vio esa acción del robot, comenzó a correr por el pasillo de vuelta, sintiéndose preocupada por el paradero de su hermana. Pero en ese instante no podía irla a buscar ¿Y si le hacían algo? Prefirió correr y correr.
Su teléfono sonó en el instante en el que se escondió detrás de una roca enorme que estaba al final de aquel enorme callejón.
Contestó más por miedo a que escucharan el fuerte sonido del timbre.
-¿Quien habla?- su voz estaba agitada.
-Soy yo, Embry- dijo la voz detrás del teléfono.
-¿Embry?- preguntó sin reconocer su voz-. No puedo hablar ahora.
-Se que te están persiguiendo Krishna, y te puedo ayudar a escapar- añadió.
Kris no respondió, no sabia que pensar, o si lo tenia que pensar.
-¿Quieres mi ayuda o no?- sonaba impaciente.
-Si- respondió.
-Bien, quiero que corras al Condominio cuatro- le dijo.
Ella respondió con un simple ruido afirmativo.
Miró detrás de ella y vio al Agente aun aguardando del otro lado de la roca, inmóvil.
-Corre, ahora- le dijo Embry.
Ella corrió y escuchó detrás de ella un ruido agudo que indicaba que el arma del agente se dispararía pronto. La bala que salió impulsada, se incrustó en el concreto de la pared que acababa de dejar atrás. Siguió corriendo, pero el ruido del Agente la perseguía.
Continuó corriendo con una agilidad impresionante cuando escuchó de nuevo el cañón cargarse con ese mismo ruido agudo.
-Krishna, va a disparar, lanzate al edificio- gritó Embry al teléfono y ella brincó hacia la entrada del edificio para protegerse de la bala. Aterrizó en el suelo y se giró hacia el Agente para ver que ya se había detenido. Estaba parado frente a la puerta del edificio, mirándola y guardando su arma de nuevo.
-¿Que le pasa?- preguntó Kris al teléfono.
-Por seguridad de los habitantes los Agentes de Acero no pueden entrar a un Condominio, y acabo de burlar la seguridad del edificio para que pudieras entrar- Embry se sintió satisfecho con su trabajo.
-Gracias- agradeció Kris
Quiso preguntarle por que la estaba ayudando, le causaba curiosidad porque desde el colegio no se habían visto ni una sola vez, pero pensó que era el momento menos indicado para hacerle esa pregunta.
-Ahora sube al elevador y pide que te lleve al piso cincuenta y siete- le dijo Embry
Ella entró a lo que parecía una caja de acero cromado, abrió las puertas del enrejado del elevador y después presionó el botón para que el elevador se abriera.
Pulsó el control del elevador en el piso cincuenta y siete y en cinco segundos ya estaba en el piso que quería. Los elevadores eran rápidos.
Entró al pasillo del piso que le habían indicado y al no recibir una pronta respuesta de Embry habló:
-Y ¿Que sigue?
-Oh, ve al final del pasillo, a la última puerta. Ese es mi departamento.
Corrió, los pies le dolían por los golpes que daba tan fuertes en el azulejo de mármol del edificio. Era uno de los Condominios más elegantes que había visto.
Se detuvo delante de la puerta corrediza de madera que claramente estaba cerrada.
-Esta cerrada- dijo Kris a Embry.
-Solo golpea la puerta con tu brazo, y con toda tu fuerza- respondió Embry-. Y apresúrate que los Agentes Humanos están subiendo por el elevador.
Krishna sintió la presión, y golpeó la puerta a pesar de que sabía que jamás abriría. Era un departamento lujoso, y por lo tanto, era un departamento con seguridad extrema.
Pero a diferencia de todo lo que imaginó que podría pasar si golpeaba esa puerta, pasó lo más inesperado.
De alguna parte del techo cayó algo semejante a un encendedor de plata.
-Abre ese encendedor- ordenó Embry.
Ella lo obedeció y descubrió que era una llave disfrazada con el casco de un encendedor.
Abrió la puerta y justo cuando la cerró, a cuarenta metros de ella salieron los Agentes del elevador. Caminó hasta el centro de la estancia en donde esperó más indicaciones de Embry.
-Ve a la habitación de servicio, hay una caja con algo de dinero, sal de los Condominios, escóndete en otra ciudad con eso- pidió Embry mientras Krishna avanzaba a la habitación de servicio que se caracterizaba por tener una puerta más angosta que las demás-. Y si hay problemas tendrás que usar lo que hay debajo de la caja con el dinero.
Krishna sacó un fajo enorme de billetes y la consumieron las ganas de saber lo que había debajo de la caja del dinero. Sus ojos se encendieron al ver una pistola negra que tenía tres cañones.
La cargó con una mano, pesaba al rededor de dos kilos. Sería difícil usarla pero no imposible. Y valla que sabía usar un arma.
Tomó el cargador de las balas y lo introdujo por la ranura que tenía debajo de la empuñadura.
Escuchó una serie de golpes fuertes en la puerta, habían llegado por ella.
-Embry, están aqui- gritó nerviosa.
-Tranquila, hay una escalera de servicio al lado de la ventana. Llega a un piso que esté más abajo y escapa- dijo Embry y se cortó la señal.
-A la torre de control del Condominio cuatro, doy la orden de que se abra la puerta ahora mismo del departamento ciento cuarenta y tres- Krishna escuchó tras la puerta y se apresuró a salir por la ventana.
El aire golpeó su cara con fuerza y lanzó su cabello castaño directo a su rostro. Las escaleras de servicio estaban hechas de barras negras delgadas, y las escaleras eran extremadamente angostas. Dio un grito ahogado al ver los más de cien metros que había bajo sus pies. Eso era un maldito rascacielos y ella le tenía pánico a las alturas, pero le tenía más miedo a perder a su hermana.
Corrió por las escaleras justo cuando volvió a escuchar la voz de los Agentes. Saltó sobre uno de los angostos descansos de la escalera y esta se tambaleó, lo cual hizo gritar a Krishna, pero el murmullo del aire era tan fuerte en ese punto que apagó su grito de horror.
-Las manos en alto asesina- gritó el agente.
A ella no le quedó mas remedio que correr por la escalera y saltar, omitiendo sus gritos.
Llegó a una ventana, estaba cerrada, bajó y la siguiente estaba cerrada. Descendió cinco pisos y solo esa ventana estaba entreabierta, los Agentes venían tres pisos atrás de ella así que no temió que la vieran, y si lo hacían, ella tenía la pistola, aunque realmente con semejante arma de fuego, podría dispararla y salir volando al vacío.
Entró por la ventana y rompió algunos platos al entrar y pisar la tarja para lavar trastes. Esa era una parte del Condominio bastante humilde por lo que podía ver.
Puso la pistola por delante suyo, agarrandola con las dos manos, después de unos instantes así, mientras inspeccionaba la casa los brazos le comenzaron a doler. Bajó la pistola y de pronto alguien la tomó del cuello en una esquina.
La estaban esperando.
El hombre que la tomó, le quitó la pistola y le dijo al oido:
-Dulces sueños princesa- se rio de manera siniestra.
Lo último que sintió Krishna fue una aguja entrando en su cuello de manera violenta, antes de caer inconsciente al suelo.

La Trampa PerfectaWhere stories live. Discover now