Operación Desembarco: 1ª parte

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  • Dedicado a Sandy Lee
                                    

20 Años después

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20 Años después...

ORILLA OESTE DEL TÁ SÚIL. PUERTO DE NÁCAR. FEECHARATIAESSE. PRIMER MES DEL VERANO 11:45 AM.

 Un importante evento se celebraba aquella hermosa mañana fresca y soleada. La muchedumbre se congregaba sobre la blanca arena, casi plateada, de la orilla del río más ancho y profundo del continente mágico de Feecharatiaesse. Principalmente eran feéricos y hechiceros, pero también había algún que otro licántropo y elfo superviviente a la matanza de Kra Dereth que habían decidido acercarse a echar un vistazo. El puerto lo habían decorado con banderines multicolor que la suave brisa agitaba. Vendedores y estafadores habían aprovechado aquella congregación de gente para hacer negocio y sacar una buena tajada.

Las hadas eran muy presumidas y susceptibles, así que sabían que tenían que mostrarse halagadores con ellas sin caer en lo pedante, pues el interés de ellas resultaba tan volátil como los vaporosos vestidos que usaban para cubrir sus menudos cuerpos; con los silfos y duendes había que tener mucho cuidado, pues nunca eran honrados a la hora de pagar; y las brujas y hechiceros solían estar interesados siempre en hacerse con algún libro antiguo o baratija con supuestas propiedades de talismán o amuleto. Se podía otear los barcos de la flota real de ambos reinos acercándose con buen ritmo, en unos cinco minutos habrían llegado a su destino tal y como estaba previsto.

Las velas carmesí del Viva la Reina, el barco de Su Majestad la bruja Helena, destacaban de entre todas las demás, deslizándose por las mágicas aguas del río con majestuosidad y cierta sensualidad. Por el otro lado avanzaban los navíos de cristal de los feéricos, lanzando destellos irisados y dejando un rastro de pétalos blancos y azules tras de sí. Adrián tuvo que reprimir una arcada y conformarse con sus pensamientos para dar su opinión al respecto.

«Menudos hipócritas; mucho pétalo blanco, pero luego son todos unos imbéciles»

Se dio cuenta de que tenía algo de hambre y aún quedaba un poco para que la Familia Real desembarcase, tenía tiempo para conseguir algo de picar. Se acercó al puesto más cercano en el que una mujer con unas discretas patas de gallo alrededor de sus ojos azules trataba de vender unas jugosas manzanas verdes a un precio algo abusivo.

—Todas las mujeres sois iguales —dijo con cierto desprecio en la voz—. Me pudisteis engañar una vez, pero ni una más.

—¿Disculpe? —inquirió la vendedora, bastante incrédula. Examinó con recelo la imponente figura encapuchada que tenía en frente. Como nadie más estaba mirando, Adrián se quitó la capucha desvelando un rostro de un atractivo treintañero con cabello oscuro y una perilla que le dotaba de cierto aire interesante. Parecía un humano normal, pero había algo oscuro en él, su cuerpo desprendía un aura de magnetismo y oscura sensualidad que la desconcertó por unos instantes—. ¡Oh! Yo a usted le conozco. Es ese actor tan de moda... ¿Cómo se llamaba? ¿Johnny Sparrow? ¿Jack Depp?

—El precio de estas manzanas es una estafa —prosiguió él muy serio, tomando una entre sus manos y examinándola.

—A usted se las regalo... —sollozó.

Léiriú I: La rebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora