Cincuenta y dos

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Me quedé inmóvil, sin saber qué hacer, era como si el tiempo se hubiera detenido.

- ¿Está bien? - solo eso atiné a preguntar, ansiaba que me dijeran que sí aunque sabía que la respuesta era muy diferente  -
- Está en el hospital - respondió mamá. 
- Debo ir -  dije inmediatamente sin dudar, tome un sueter y salí corriendo de mi habitación.

Iba directo a la calle cuando mi papá me abrazó para calmarme antes de dejarme salir; al sentir su abrazo no pude más y lloré. Lloré como nunca, lloré de terror por lo que pasaba contigo Santi, porque de seguro estabas en el hospital por algo más que un hueso roto.

Todo estaba mal, lo sabía. También sabía que tenía miedo, mucho miedo.

Santi, te extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora