+dos.

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No te puedes quedar aquí para siempre. —murmuró Dipper mesiéndose de arriba hacia abajo.

Una semana, era lo que llevaba el menor en ese lugar, un verdadero infierno con la asquerosa comida que les daban a los pacientes del lugar.

—Deberías acostumbrarte. —el castaño elevó la mirada. —Es imposible salir de aquí.

—¿Quién demonios eres? —ignoró a lo dicho del chico.

—Marco Díaz. —el moreno extendió su mano para que el otro la estrechara.

—Por si no lo has notado, Díaz. Tengo una camisa de fuerza. —habló fríamente el chico.

Marco simplemente sonrió.

—Oh... es verdad. —Dipper lo fulminó con la mirada. —¿Tu nombre?

—Dipper Pines.

—Un gusto.

—No digo lo mismo. —Marco sonrió aún más, la actitud del chico le agradaba. —¿Por qué estás aquí?

—Sufro de descontrol de emociones. En especial con la ira.

Dipper no lo soportó más, soltando una fuerte carcajada.

—Tu no pareces alguien peligroso. —rió más fuerte. —Eres un niño.

—Al igual que tú.

Dipper frunció el ceño al oir eso.

—¿Tú porque estás aquí?

—Asesiné a dos viejos.

Marco abrió los ojos.

—Cool. —sonrió. —¿Cuanto los odiabas?

Dipper negó.

—No los odiaba, fueron las mejores personas que pude conocer. —Marco frunció el ceño.

Que chico más raro. pensó Díaz.

—Raro. Lo sé. ─sonrió Dipper. Como si le hubiera leido la mente. —¿Qué esperabas de un demente?

[...]

Después de lo sucedido en el hospital psiquiátrico, la castaña no pudo sacarse las palabras que su hermano le había dicho.

Fue realmente doloroso, el verlo sabiendo después de que los mismos ojos que trataron de matarla en el hogar de sus ya difuntos tíos, él estaba encerrado en ese lugar.

Candy, Grenda, Will y Bill, amigos de la mayor de los Pines, se encontraban en la casa de Mabel, después de recibir un mensaje de la castaña, diciendo que necesitaba verlos.

—¡Estaba loco! ¡Se reía como uno! ¡Incluso estaba tranquilo al hablar de lo que hizo! —Mabel se abrazó a sí misma, sintiendo el maquillaje correrse.

Candy posó una mano en su espalda.

—Oh Mabel, en verdad lo lamento. —trató de animar a su amiga. —Debió ser muy duro.

Mabel asintió.

—Lo fue Candy. —abrazó a su amiga de lentes. —Perdió totalmente la cordura, no era el mismo Dipper que yo creía conocer.

—El Dipper que tu conocías de pequeña, dejó de serlo cuando asesinó a tus tíos. —un rubio captó la atención de las chicas. —Dejó de ser tu hermano.

Mabel sollozó por lo bajo, limpiando las lágrimas de sus mejillas.

Will frunció el ceño y golpeó a su hermano en el hombro.

—Sólo lo estás arruinando, Bill. —regañó Will. —¿Y te haces llamar su amigo?

Bill suspiró con pesadez.

—¿Y que puedo hacer? Si es la jodida verdad, ese Pines está loco, más loco que yo. Asesinó a dos hombres a sangre fría ¡Con un jodido cuchillo de la cocina!

Grenda lo golpeó más fuerte cuando Mabel comenzó a llorar con fuerza.

—¡Cierra la maldita boca, imbécil! —amenazó Grenda, mirando a Bill sobar su pecho, donde recibió el golpe.

—¡De acuerdo! —miró al suelo. —Cerraré la maldita boca.

—Muchas gracias. —respondió la musculosa con sarcasmo.

Bill frunció el ceño, cruzado de brazos y recargado en la pared.

Dipper Pines jamás fue de su agrado, ese mocoso que conoció al tener los 12 le parecía alguien desagradable.

Suena estúpido, pero era como Bill lo presentía. Ahora que sabe que es un loco demente, tiene más razones para odiarlo.

—Será mejor que me vaya. —habló Cipher tomando su abrigo.

—¿Por?

—Quedé con Tom. —puso la mano en el hombro de la castaña. —Veremos como solucionar esto, Estrella Fugaz.

Mabel asintió sin despegar la vista del suelo.

—Espero que puedan animarla. —le susurró a su hermano, antes de salir por la puerta trasera.

[...]

—¿Dipper Pines? —el rubio asintió. —El chico con gorra de pino y camisas a cuadros.

—¿Qué otro Dipper Pines conoces? —Bill le dio un sorbo a su café. —Ese niño inocente resultó ser un jodido asesino.

Tom rió a lo dicho.

—Vamos, seguramente el chico estaba ebrio.

—¿Una persona ebria toma un cuchillo de cocina, mata a dos hombres y casi a su hermana? Y cabe de decir que la persiguió por la casa. —explicó Bill.

El pelirrojo llevó una mano a su mentón.

—Si bebió de más, por supuesto que sí. —Bill viró los ojos. —No se asemeja a un verdadero asesino. Ese chico era un niño, siquiera podía abrir un frasco de pepinillos.

Los chicos se rieron.

—Bien, bien, esa es una teoría. —Bill mordió su labio. —Pero eso no explica nada.

Tom frunció el ceño.

—Bueno, Pines no era el tema de conversación. Hay que comer.


Luis me debe OCHO JODIDOS PESOS♡

~dxppergirl.

unstable. ❝dipbill❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora