Capítulo 1: "Afrontar el ayer" -Parte 2

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Me levanté fingiendo una sonrisa y acompañé a Henry hasta la puerta que conectaba el patio con la cocina. Él pasó, pero yo me quedé ahí sin querer moverme del lugar, simplemente me acerqué apenas un poco para observar a través de la rendija; entre el borde y el marco de la puerta. El doctor me vio y caminó hacia los demás ignorándome.

Tal vez el orgullo y la vergüenza no me dejaban entrar. Sentí como si hubiera peleado con ellos, como si no quisieran verme, siendo que sólo fue una ligera confusión que nada sabían ellos. Mamá estaba hablando a solas con Henry (un poco alejados de la cocina), no supe con claridad qué se decían, ya que lo único que pude percibir fueron murmullos.

Saqué esos pensamientos absurdos sobre el orgullo y la vergüenza para poder entrar con tranquilidad dejando de lado la paranoia. Mi madre me miró y dejó de hablar con Blake, asimismo sonrió y me llamó con un gesto en las manos, me ubiqué al lado del doctor quien también me miró sonriente.

–Henry dice que tuvieron una buena charla. Sabía que no tenías nada malo, por lo tanto no es inoportuno darte tu regalo –dijo mamá hurgando la cartera que colgaba de su hombro.

Ella saca doscientos dólares de su cartera y me los entrega. Servía mucho, aunque lo malo era que siempre ponía la misma excusa:

–No tuve tiempo para buscarte algún obsequio. Cómprate lo que quieras, te despejarás y la pasarás mejor que en el suelo del patio.

Recibí el dinero y la abracé dibujando una sonrisa tímida, luego de eso la dejé nuevamente a solas con el doctor marchándome en silencio hacia la sala de estar, donde se encontraban Brad, Madison y Rose.

–Volviste, Susan... –dijo Brad.

Obviamente ellos no se quedaron como si estuviéramos de luto, mantenían una charla que se detuvo en el instante en que aparecí.

–Espero que te sientas bien –dijo Rose.

–¿De qué hablaban? –Pregunté–. Estoy bien, no es necesario cambiar de tema o preocuparse por algo absurdo.

–Oh, no es nada de eso –contestó Brad–. Hablábamos de mi brazo y cómo sería la recuperación. Nada más.

Rose y Maddie asintieron.

–¿Hay algo que nos debas contar? –Preguntó Rose.

–En realidad quisiera saber si más tarde podrían acompañarme al centro comercial...

–Perdóname Susan, pero estaré ocupada. Después del almuerzo tengo una charla con un cliente –contestó Rose.

–Yo paso –dijo Brad–. No quiero estrenar el brazo cargando bolsas por todo el edificio. Madison, ve tú.

La miré como mi última opción.

–Pues... te acompañaré, para eso están las amigas ¿no?

–Bien –dije. Me quedé dubitativa por unos segundos y procedí –. Pues entonces abrígate, cambié de opinión... Nos iremos ahora.

Todos me miraron como si en realidad estuviera tramando algo, pero lo único que quería era despejar mi mente en otras cosas. Si me quedara a esperar lograría traer más recuerdos indeseables, por eso acepté la propuesta de mamá.

Mientras Madison buscaba algún abrigo de Rose para ponerse, llamé a un taxi y, en cuanto llegó, partimos directo al "Centro comercial Fairset". Este era un magnífico edificio de forma rectangular que, junto con el estacionamiento y algunas tiendas tecnológicas, ocupaba toda una manzana; contaba con tres plantas que contenían incontables números de locales de todo tipo, cosmética, indumentaria, cine, restaurantes, juegos, entre otras cosas.

Maldición de las pesadillasDär berättelser lever. Upptäck nu