Capítulo 1: "Afrontar el ayer" -Parte 1

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Un mes ha pasado desde que se produjo aquella tragedia que marcó mi vida. Más de cien personas fallecieron a causa mía, si bien no fui quién las asesinó, pero en mi consciencia perdura la culpa.

El juicio terminó y el único al que se lo consideró culpable en el caso ya había muerto, de igual forma con lo que ocurrió con los asesinatos de mi sótano hace unos años. John, Penélope, Derek y Francisca... La justicia Divina habrá hecho su trabajo, cada uno recibiendo la condena que se merecen. En cuanto a mí, hay quienes me consideran una heroína; como también están los que no me creen y, con certeza, afirman que soy la villana.

Las cosas fueron tomando un buen rumbo para casi todos, ya que, a diferencia de los demás, mi vida tomó un camino sinuoso repleto de curvas por las cuales podría caer hacia un peligroso abismo. Derrotar a John significó el final de todas mis tormentosas pesadillas, hasta el día de hoy sólo tuve uno de esos sueños, el cual ocurrió la noche después del funeral. En él vi decenas de las muertes del hospital, reviví esa catastrófica noche, sin embargo, eso ya había quedado atrás.

El paso de una tormenta siempre deja secuelas, el temor perdura y lleva a tomar distintas precauciones para cuidar lo primordial: Nuestras vidas.

9 de noviembre, 2012

Acompañé a Brad al hospital para que le quitasen el yeso que tanto había estorbado. Por fin podría disfrutar de comodidad después de siete semanas con el brazo izquierdo inmovilizado, pero, además de sentirse liberado, percibió una tan oportuna picazón. No fue un trámite muy largo, la espera por nuestro turno duró más que la intervención del médico.

Al atravesar la puerta de la salida, flexionó su brazo tal como un niño ansioso por comprobar si funciona su nuevo juguete. Luego de eso, lo pasó por mi espalda casi tomándome por la cintura para así caminar "abrazados". Hice lo mismo con él y pegué mi cabeza a su hombro. El frío de otoño se sentía demasiado, quería regresar a casa cuanto antes.

–Te agradezco que me hayas acompañado, me siento mejor al no estar solo –dijo él.

–No debes agradecer. Para mí fue importante, quería ser la primera en verte sin el yeso.

Un taxi se acercaba, levanté la mano para detenerlo, pero Brad me detuvo y bajó mi mano. El auto pasó como si ni siquiera me hubiera visto, lo cual me frustró.

–¿Qué haces? Ese estaba libre –dije.

–No es necesario, caminemos.

–Pero la casa de Rose está lejos, no es necesario caminar tanto.

Él rió y contestó:

–Veinte minutos de caminata no es mucho, no estamos tan lejos.

Suspiré y seguí sin rezongar.

Siguiendo por el camino llegamos a un semáforo que nos impedía el paso, por ende, debimos esperar que nos dé el paso mientras una muchedumbre se acercaba con el mismo propósito. En eso, mi mente se bloqueó por unos segundos y no me dejó pensar en nada, tenía una mirada fija hacia la calle; posteriormente empecé a escuchar un zumbido que cada vez era más fuerte llegando al punto de causarme dolor de cabeza, me tapé los oídos y aún continuaba en mí. El molesto zumbido se detiene y me permite percatar un incómodo silencio anormal para la mañana en la ciudad, volteaba hacia todos lados y veía gente hablar y vehículos circulando por las calles, pero ningún sonido llegaba a mis oídos después del zumbido. En medio de la preocupación aparece una voz masculina que rompe con el silencio, este susurraba mi nombre a mis espaldas.

Maldición de las pesadillasWhere stories live. Discover now