2: Invitación

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Recuerdo perfectamente el momento donde todo se echó a perder. Yo estaba sentada con Valeria, la cual estaba acostada en un lado de la banca tomando el sol, con sus lentes de sol rosados sin ningún tipo de interés en la gente.

Valeria siempre atrajo la atención, como si su luz atrajera a todos los insectos a la redonda, todos se acercaban a mi amiga y ella solo los rechazaba. Las únicas personas que podían tener conversaciones de verdad con ella éramos Bianca, Steven y yo. Aunque Steven lo único que quería hacer es invitarla a salir, para ser rechazado amablemente por la pelirroja.

Así que, era de lo más común verla en esa posición, sobretodo desde que Bianca y ella debían guardar distancia. Para que ninguna estuviera sola, corría de extremo a extremo por toda la escuela haciéndoles compañía, pero Valeria solo quería oír música y dormir, Bianca lo único que quería hacer era leer. A veces sentía que corría a hacerles compañía a árboles.

—¿Pediste tu ficha de la universidad? —preguntó Valeria llamando mi atención.

—Sí, tengo que hacer el examen psicométrico en dos semanas —respondí con una pequeña sonrisa.

—Después de todo, pudiste convencer a tus padres de dejarte estudiar Literatura —me dijo con una pequeña risa.

—Confían en que si no funciona, puedo encargarme de la papelería que manejan —comenté encogiendo mis hombros, pese a que ellos están preocupados por mi futuro, saben que solo tienen que dejarme ser.

Conforme crecía, mis padres me consintieron y me dieron tanta libertad que nunca pude entender la presión bajo la que Bianca y Valeria vivían, ellas parecían calmadas pero sus ojos ocultaban la envidia que crecía al verme jugar con mis padres o la sonrisa con la que me recibían todos los días.

—Me gustaría que mis padres fueran un poco más flexibles —se quejó Valeria sentándose en la banca, quedando frente a mí, sus lentes en forma de corazón la hacían ver como una fotografía de una modelo de internet, siempre envidie lo bonita que era sin saber que su belleza venía con un precio que nadie debería pagar.

—Valeria —la llamó un chico que había visto solo un par de veces en ese momento, pero cuyo rostro se quedaría tatuado en mi memoria para lo que me queda de vida—. Haré una fiesta este fin de semana, deberías venir.

—¿Puedo llevar amigas? —preguntó arqueando una ceja mientras yo la miraba sorprendida.

Valeria tenía un permiso a tres eventos nocturnos al año, hasta esa fecha, solo había utilizado uno, en San Valentín, que fue cuando ambas familias descubrieron el romance de mis amigas. Desde entonces, no sabía del verdadero estado de los permisos de mi amiga pelirroja.

—La pregunta ofende —respondió riendo el muchacho y le guiña un ojo—. Las que gustes.

—Iremos, entonces —respondió Valeria con una amplia sonrisa. Esa clásica sonrisa falsa que le daba a todos pero nadie sabía que lo era.

Todos, incluso muchachos como él, quedaban hipnotizados por esa sonrisa pintada de rojo y esos dientes blancos y grandes que lo acompañaban. Valeria siempre fue tan bonita que podía enamorar a quién quisiera con una sonrisa.

Aunque al revés nunca se pudo.

—Val —la llamé una vez que el muchacho se fue—, ¿qué es lo que planeas?

—Ver a Bianca —me respondió frunciendo el ceño—. Aunque sea rodeada de gente ebria y música alta, quiero verla de cerca. Ver su sonrisa, ver como se le empañan los lentes.

—A ella no le gustan las fiestas —remarqué, incluso en ese momento, la simple idea me daba escalofríos. Tal vez, era un anuncio de la desgracia que nos persiguiría.

—Deberá soportarlo —respondió ella cruzando sus brazos y sacudiendo su cabeza, ella se detiene para dedicarme media sonrisa y bajarse ligeramente los lentes, con su clásica mirada burlona—. O si no, no podré agradecerle aproximadamente por las cartas.

Me reí por su tono, sabiendo que Bianca se ruborizaría por la afirmación, se le caería lo que sea que tuviese en la mano y empezaría a balbucear mientras no pudiese dejar de sonreír, con un brillo rosado que solo debe tener la gente enamorada. Un brillo que hace de todo más colorido, más soportable, más feliz.

Un brillo que se ha extinguido.

Querida Valeria Where stories live. Discover now