El juego de las Almas

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"Me uní a una iglesia" Estaba un poco confundida. "¿Te uniste a una iglesia?... ¿En el receso?"

Jesse asintió. "La iglesia de Stan."

Creí que era alguna cosa que se habían inventado los chicos para entretenerse.

"¿Qué es la iglesia de Stan?" Le pregunté.

"Es la iglesia de Stan, Mamá." Jesse se rió como si hubiera hecho una pregunta obvia.

"¿Y qué es lo que hacen ahí? Ya sabes, como miembros de esa iglesia" Le pregunté.

"Muchas cosas. Hoy solamente hicimos la iniciación y escuchamos a Stan. Estaba hablando en palabras raras y divertidas, luego todos nos sentíamos cansados y nos acostamos un rato."

Estacioné el auto junto a la casa.

"¿Eso fue todo?" Le pregunté. Eso sonaba raro, pero los chicos no parecían estar haciendo nada malo.

"Stan nos dio volantes también"

Jesse sacó un pedazo de papel arrugado de su bolsillo. Tenía tres palabras escritas en marcador negro "Iglesia de Stan". Al día siguiente, cuando fui a recoger a Jesse de la escuela, estaba convencida de que algo de verdad malo le estaba pasando a mi hijo. Estaba muy asustado y nervioso.

"¿Qué te ocurre, cariño?" Pregunté, tocando su frente para sentir su temperatura.

No tenía fiebre.

"Jugamos al juego de las almas hoy" Dijo. Su cabeza estaba de lado. No se quedaba quieto en su asiento. Miraba a todos lados en el camino a casa.

"¿El juego de las almas?" Le pregunté.

Él sólo asintió con la cabeza, mirando a todos lados como si buscara algo. Una enorme cantidad de sudor corría por su cara.

"¿Qué es el juego de las almas?" Pregunté.

"Le dije que no quería hacerlo, pero él me dijo que dejaría de ser mi amigo si no jugaba con él."

"¿Cuándo fue eso? ¿Dónde estaban los profesores?"

"Todo ocurrió en la iglesia," contestó. Luego dijo casi susurrando, "Los adultos no pueden entrar a la iglesia."

"¿La iglesia de Stan?"

Jesse asintió, con una lágrima deslizándose por su mejilla.

"¿Qué es el juego de las almas, Jesse? Soy tu madre. Si tienes algún problema sólo dímelo."

"No puedo decirte, mamá. No puedo. Las reglas son malas. Son muy malas"

"¿Y si le pregunto a Stan?" Pregunté "¿Él me dirá las reglas?"

"¡NO!" Gritó Jesse, dándome un verdadero susto. "NO LE PREGUNTES A STAN LAS REGLAS. POR FAVOR, NO LO HAGAS, MAMÁ. POR FAVOR."

Estacioné el auto, asustada y confundida.

"Promételo, mamá promételopromételopromételopromételopromételopromételoporfavor."

Jesse estaba balbuceando, estaba muy asustado. Lo agarré y comencé a sacudirlo, tratando de calmarlo. Se quedó dormido en mis brazos, así que lo llevé a su cama y lo acosté para dormirlo. Sólo necesita dormir. Me decía a mí misma. Lo único que necesita es dormir. Lo dejé en su cama y cené sola. Fui a verlo a su cuarto alrededor de las nueve antes de acostarme. Parecía estar profundamente dormido. Me desperté inmediatamente al oírlo gritando 18 minutos pasadas las 12 de la noche. Corrí hacia su cuarto, pero no estaba en su cama. Encendí la luz y Jesse salió del closet en el que se escondía, corriendo, como si algo lo persiguiera. Se abrazó a mi pierna, seguía llorando. Traté de calmarlo e intenté preguntarle qué pasaba. Nada de esto tenía sentido. Seguía gritando sobre el juego de las almas. Intenté volverlo a acostar pero no hacía caso.

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