[O5] Cueste lo que cueste

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Conforme fui saliendo del pueblo fui fijándome más en los detalles de todo, pero no conseguía reconocer nada de aquello, se suponía que si yo había estado viviendo allí toda mi vida hasta los veinte años, debía recordar algo, pero no...

No sé porque pero me paré frente a una pastelería, me fijé en el cartel que había pegado en la puerta bajo el letrero de cerrado:

El mejor Pastel de Calabaza de todo Texas.

Mi madre dijo eso de su madre... ¿pero de verdad fui mi madre...? ¿O fue Elizabeth? Eso sería aceptar que lo que decía esa carta era cierto... ¿Pero porque mentirme? Tenía que ser cierto...

Iba a comprender todo esto aunque me fuera la vida en ellos.

Volví a subirme al coche y salí de Landonville sin mirar atrás.

Conseguí hospedaje en un pequeño hotel y por fin pude quitarme el vestido que prácticamente llevaba pegado al cuerpo y me bañé pensando en todo aquello.

Salí de Florida decidida a encontrar algo, no sabía muy bien el que, pero buscaba algo que me acercara a mi madre, pero en realidad había encontrado algo que me separaba de ella aún más... Porque no era mi madre...

Ya no sabía cuales recuerdos eran míos... ¿Sería coincidencia lo del cartel o sería algo que había recordado?

Recordaba que mi madre me llamaba calabaza, pero Elizabeth nunca lo había hecho, ni había cocinado nunca nada de repostería y lo poco que había hecho no podía ser llamado lo mejor de Texas...

Negué con la cabeza, no quería pensar en nada más, solo quería hablar con la Tía Becca... Ella no tendría más remedio que hablar y decirme la verdad.

Me dormí enseguida del cansancio y me desperté al medio día, al día siguiente.

Me duche y me vestí con unos vaqueros oscuros y una camiseta de una sola hombrera de color negro y unas manoletinas de color marrón claro, me cogí el pelo en una coleta y me marché del hotel después de pagar.

El viaje se me hizo mucho más largo que el de ida, pero al menos me sirvió para prepararme el discurso que pensaba soltarle a Rebecca cuando la viera, porque estaba segura de que ella lo sabía, muy segura.

Paré unas cuantas veces, pero como tenía más apetito que la última vez me paré en un restaurante de carretera a comer.

Llegué a Tallahassee de madrugada y estuve a punto de ir a ver a Rebecca, pero decidí esperar al día siguiente.

Pasé por la casa y recogí toda la ropa que quedaba allí y el dinero también y me fui a un hotel.

Subí a la habitación del hotel y me duche, me tumbé y me dormí, pero soñé con Elizabeth, su accidente y su muerte, por lo que me desperté de madrugada y no pude volver a conciliar el sueño.

Nada más marcar la aguja del reloj las nueve de la mañana, llamé al timbre de la casa de la Rebecca.

Me abrió ella en bata.

-¡Caitlin! ¿Dónde estabas? Llevo todo el fin de semana intentando dar contigo y no abrías a nadie- me preguntó abrazándome y haciéndome pasar.

-Estaba en Landonville- le dije seriamente mirándola a los ojos.

Noté como cogía aire lentamente y sus pupilas se dilataban.

<<Ella lo sabe>>

Le di la carta y ella la leyó rápidamente.

-¿Tu lo sabias?- le pregunté y ella simplemente asintió- ¿Por qué hizo eso?

-Porque... Su hija se escapó de su casa unos meses antes, estaba obsesionada con encontrarla, no comía, no dormía... Llamaba a la policía a todas horas, no podía aceptar que su hija no quisiera estar junto a ella, que fue lo que en realidad pasó. Paul, su marido, le propuso hacer ese viaje para que se relajaran y poder conseguir un poco de normalidad, aunque continuaran buscando a su hija, pero cuando regresaban se encontraron a una muchacha de edad similar a la de... Catlin. Me contó que no hablaste mucho, pero que dijiste que odiabas a todo el mundo o algo así, que ojala pudieras cambiar de vida. Entonces tuvisteis ese accidente y Paul murió... Era la cordura de Elizabeth, sin él ella terminó de desviarse del todo y cuando despertaste sin recordar nada... Ni siquiera lo pensó... No pude hacer nada, amenazaba con suicidarse, necesitaba a alguien, había perdido a su hija y a su marido... Y tú estabas sola.

-¿Cómo pudisteis jugar con mi vida de esa forma? Confundirme, ahora no sé quién soy... ¿Tú lo sabes?- le dije con voz dura.

Ella intentó acercarse pero me aparté.

-¡No me toques, bastante daño me habéis hecho ya!- le grité llorando- Hubiera preferido estar sola a sentirme tan confundida, no teníais derecho... Fuera lo que fuera lo que hubiera pasado conmigo antes... ¡Os odio!- salí corriendo de allí y ella me persiguió pero llegué antes al coche y me marché.

Llegué a las afueras de la ciudad y paré a un lado del camino y lloré desconsoladamente.

<< ¿Qué puedo hacer ahora?>>

Una cosa estaba clara, no podía continuar viviendo la mentira que había formado a mi alrededor esas personas... Tenía que averiguar quién era yo...

Y aparentemente solo había una persona que me había conocido antes...

Así que di la vuelta y volví a la ciudad...

Esta vez iba a ir preparada, vendería mi coche, alquilaría una casa y me prepararía para viajar de nuevo a Landonville para encontrarme a mí misma y a... Jayden McDowell.

Esperaba que él dijera algo, además parecía que me conocía... Todo era tan confuso... Solo esperaba que esta confusión no durara mucho tiempo... Porque era posible que me volviera loca.

Fui a vender mi coche y me dieron veinte mil dólares por él, aunque casi estaba nuevo no pude regatear mucho más porque después de probar en seis sitios distintos, este fue el que más me dio.

Luego fui a una agencia inmobiliaria y espere sentada en unos de los asiento de plástico a que llegara mi turno.

Un cuarto de hora después me senté ante un muchacho joven de aspecto afable y sonreí para infundir confianza, parecía que era yo la que iba a venderle algo.

-¿En qué puedo ayudarla, señorita?- me preguntó con una sonrisa.

-Pues me gustaría alquilar una pequeña casa, pero no sé muy bien cómo va todo eso- le dije con mi mejor sonrisa.

-No se preocupe, aquí la ayudaremos, ¿en qué zona de la ciudad le interesaría?

-No, disculpe, es que no me he explicado bien, yo no la quiero en la ciudad, sino en otra... En realidad está en otro estado- le expliqué rezando para que me ayudara.

-¿En cuál?- preguntó arrugando el ceño.

-En Texas, se llama Landonville- crucé los dedos.

-No he oído hablar del lugar... Pero espere un momento, voy a ponerme en contacto con una de nuestras filiales en Austin- marcó un numero de teléfono y se retiró a hablar en privado, un rato después volvió y se sentó de nuevo- Bien, recibiré para en unas horas los informes de las viviendas, si puede volver en... ¿tres horas? Podrá verlas.

Asentí y decidí que mientras compraría el billete de avión, porque estaba decidida a irme mañana, aunque tuviera que dormir en un banco del parque.

Cuando volví a la agencia tenía preparados los informes y escogí una pequeña cabaña que estaba a las afueras, podría encontrarla fácilmente, me había recorrido todo el pueblo la otra vez.

Tenía un salón-comedor con unos sillones aparentemente confortables y una mesa con cuatro sillas, un baño y una cocina equipados, había unas escaleras que daban a la única habitación que había en el lugar.

Volví al hotel a descansar porque esa misma noche cogería el avión de vuelta a Texas y luego a Landonville y de allí no saldría hasta saberlo todo.

Caitlin, Arianne o como fuera, quería saber incluso mi marca de ropa interior... Costara lo que costara.

 Costara lo que costara

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