Capítulo 12

116K 4.5K 713
                                    

Calor. Esa es la primera sensación que noto al despertarme. Estoy ardiendo de placer. Por mi mente se recrean escenas de la lujuria vivida anoche con los dioses griegos. Mi cuerpo quiero ser tomado de nuevo en posiciones que nunca se han hecho. Lo prohibido me llama. Aquí la moralidad no tiene espacio. La pasión abrasadora entre nosotros es demasiado peligrosa.

—Mi niña se ha despertado caliente. Seguro que su coño ya está completamente empapado, esperando a ser tomado hasta quedarse en carne viva.— Susurra James a escasos centímetros de mi cara.

Abro los ojos de golpe y dejo que se adapten a la claridad de este soleado día. Sus ojos grises son lo primero que percibo. Una sonrisa traviesa cruza su cara y mi corazón empieza a cabalgar como si de una carrera se tratara. Me quedo callada sin saber que decir. Ahora mismo no me salen las palabras. Su mirada me impone demasiado. Siento como si fuera una niña pequeña a la que han descubierto haciendo una travesura. Me intimida. Y eso me asusta, al mismo tiempo que me parece de lo más placentero. Quiero ser suya. Quiero que nuestras almas se junten para provocar el mal.

En el instante que sus dedos bajan lentamente por mi vientre, todo pensamiento racional abandona mi mente. Sus caricias me ponen la piel de gallina. Tiene que ser de otro planeta, ese toque no es humano.

—Me pones malo.— exclama con sus ojos completamente tomados por el placer.

Bajo la mirada por su cuerpo desnudo y veo como una gloriosa erección se alza sobre su vientre. En mi mente ya me veo debajo suya gimiendo como una niña mala. Haciendo todo lo que él desee.

En cuanto sus dedos se posan justo al borde del precipicio de mis cataratas creo desfallecer. Pasea el dedo índice por el precipicio, sin asomarse al abismo que se encuentra entre mis piernas. Sus caricias me están matando y aún no me ha tocado ahí.

—James...—susurro sensualmente, implorándole que me toque donde necesito.

—¿Qué quieres, pequeña?— Susurra sobre mis labios.

Un gemido sale de mis labios. Incluso cuando me habla sus palabras van directas a mi clítoris. Estoy segura de que podría correrme solo escuchando su voz.

—Quiero sentirte ahí.—pronuncio bajito.

—¿Dónde es ahí?— exclama mirándome socarronamente. Sabe perfectamente donde me refiero. Quiere escuchármelo decir.

—Joder, mastúrbame de una puta vez.— exclamo desesperada.

Los dos nos miramos mutuamente durante unos segundos con los ojos abiertos como platos. A ambos nos han pillado por sorpresa las palabras que han salido de mi garganta.

Estoy demasiado caliente. Quiero que deje de jugar conmigo y me haga volver loca de pies a cabeza.

—Me gusta cuando las gatitas sacan sus uñas. Eres todo lo contrario de lo que pareces. Mírate, con esa carita de niña buena, esa carita de nunca haber roto un plato.— Su dedo pulgar recorre las facciones de mi rostro.— Pero ambos sabemos que debajo de esa cara se esconde una mujer sensual. Una mujer que cumpliría las fantasías más oscuras de cualquier hombre.—Muerde mi labio inferior despacio.— Debajo de esa timidez se esconde una mujer peligrosa. Podrás engañar a todo el mundo, pero no a nosotros. Sabemos como eres realmente, y me encanta que cuando estamos desnudos te quites la máscara y nos muestres que las niñas buenas pueden ser jodidamente sensuales.

Rompe la distancia entre nuestros labios y nos besamos desenfrenadamente como si ese fuera nuestro último beso. Su mano desciende por mi cuello, bajando lentamente hacia mis pechos. Tira fuerte de mi pezón y separo mis labios de los suyos soltando un quejido.

Mi PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora