Capítulo 23

174 21 1
                                    

-Mátame.

El moreno dio un respingo.

-¿Qué?

El rubio sonreía cómicamente, como un muñeco destrozado.

-Mátame. Van a matarme igual. ¿Qué más da un poco antes que un poco después, entonces? Mátame -repitió, como una canción. Una canción tan rota como él mismo. -Mátame, y ahórrame esto. -todo su orgullo pareció desvanecerse mientras el miedo tomaba su lugar en una última súplica: -Por favor.

Sasuke se quedó mirándolo, con la boca abierta en una expresión de horror. Negó rápidamente con la cabeza, intentando no temblar, luchando con todas sus fuerzas por no llorar. Empezaba a fallar en ambas.

Para su sorpresa, el rubio volvió a sonreír. Pero había algo diferente en esa sonrisa. Algo ajenamente triste, algo desgarrado.

-Ah. Ya veo. Porque entonces... te lo harían a ti. ¿Me equivoco...?

Sasuke se giró para no mirarle. No quería verle, no quería escucharle. No quería siquiera pensar que estaba ahí. Pero solo el lento y forzado sonido de su respiración parecía retumbarle en los oídos.

Quizá porque no. No se equivocaba. Quizá porque ya tenía cicatrices que nunca había querido mostrar a nadie. Quizá porque llevaba una carga demasiado grande como para poder sentir nada más allá del miedo. Quizá porque aquella no era la única razón.

-No me equivoco. -ladeó ligeramente la cabeza, hasta que se encontró mirando al suelo. -Entonces, está bien.

Y con esas sencillas palabras, esa carga pareció desvanecerse.

Él estaba inconsciente. Ya no podía oírle. Y aun sabiéndolo, no pudo evitarlo.

-Baka -susurró.

Su rostro se crispó con una extraña sonrisa.

-

Minato empezó a sacar una serie de papeles, amontonándolos sobre la mesa.

-En un par de horas estaremos en Konoha de nuevo -comentó Orochimaru, revisando los papeles. -¿Qué has traído?

Minato carraspeó.

-Sabía que vosotros me vigilabais. Konan, ¿no? La vi un par de veces, aunque intentaba ocultarse. Así que supuse que Nagato y Yahiko estaban también por ahí.

»Pero también sabía que mi padre me estaba espiando. Vi a Deidara y Sasori también.

-Me sorprende que te dieras cuenta.

-Soy hijo de mi padre -contestó, encogiéndose de hombros. -El caso es que yo también estuve investigando, sobre todo a Ryu. Esto es lo que he averiguado: localizaciones, edificios, acciones, pagos... No es mucho, pero lo que he podido sin llamar demasiado la atención.

Kabuto sonrió maliciosamente.

-Menos mal que no querías saber nada de tu padre.

-Tampoco quería saber nada de mi hijo, y aquí estoy -le intentó devolver la foto a Kushina, pero ella negó con la cabeza. "Quédatela". Minato asintió, entrecerrando los ojos antes de guardársela con cuidado en el bolsillo, echándole una última mirada.

-Puede que esto nos sirva... -comentó Rin, echándole un vistazo a los papeles. -Hay una lista de unos cuantos edificios abandonados, empresas a su nombre... Quizá tengan al chico en algún sitio.

-El chico se llama Naruto -gruñó Kushina. Rin se sonrojó levemente, pero asintió.

-No estoy de acuerdo -dijo Kabuto.

-Estoy de acuerdo -rió Orochimaru.

-No creemos que Hidan tenga a Naruto en un edificio de tu padre. Era fácil suponer que acudiríamos a ti.

-¿Entonces, para qué necesitabais mi ayuda?

Orochimaru miró a Kabuto. Después esbozó una sonrisa viperina.

-Naruto se parece mucho a ti, Minato. Y tú te pareces mucho a Ryu.

-

Una vez acomodados otra vez en la comisaría -Minato parecía nervioso, como un gato a punto de saltar-, Minato estaba observando una foto de su padre. Sí que se parecían. Ryu tenía los ojos marrones y el pelo negro, pero los rasgos de la cara eran exactamente iguales. Al igual que él y Naruto...

-Es una locura.

-Lo es -rió Orochimaru. Todos empezaban a cansarse de esa risa ronca y burlona. -Pero no tenemos una idea mejor.

-Un disfraz no colará-intervino Kakashi, que parecía más interesado por las vistas que por la conversación. -Tienen los mismos rasgos, pero no la misma voz. Y en cuanto le hicieran una pregunta, se descubriría. Es demasiado arriesgado.

-Estoy de acuerdo con Kakashi. Si lo que quieren es hacer sufrir a Kushina, les estaríamos entregando otro rehén.

-Es una pésima idea -confirmó el rubio, arrugando la foto. Kushina no dijo nada. Parecía tan desesperada como para aceptar cualquier opción, por descabellada que fuera.

El teléfono fue quien rompió el silencio que se había establecido entre ellos.

Sentencia(dos).Where stories live. Discover now