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Kass no estaba segura de qué era lo que le sorprendía más, si el hecho de que todo eso estuviera escondido debajo de la casa o el que una computadora tan veja como esa siguiera funcionando después de tanto tiempo. La habitación a la que Elliot la había llevado era un enorme espacio con paredes metálicas. Estaba dividido a la mitad por una enorme pared de cristal, al comienzo ella pensó que se trataba de la exhibición de un museo, en Natory tenían una temática favorita en la que recreaban ambientes naturales antes de las explosiones, como La habitación de un estudiante universitario u Oficina en casa de una madre soltera. Si Kass tuviera que renombrar aquello que se encontraba del otro lado del vidrio elegiría algo parecido a Sistema de comunicaciones de antaño. Había dos cosas que llamaban su atención, la primera era la enorme cantidad de servidores de red que se encontraban en el lugar, lineras de torrecillas negras que se conectaban las unas con las otras, los servidores movernos eran más pequeños, pero contaban con mayor capacidad de almacenamiento; la segunda cosa que le llamaba la atención era que en realidad no había una computadora a la vista, al menos no una que encajara con la descripción antigua de una computadora.

—Así que es de aquí de dónde sacan todo —comentó ella avanzando hacia el centro de la habitación.

—¿Esperabas que Natory compartiera su información con nosotros?

Kass se detuvo a mitad del camino y se volvió hacia Elliot.

—¿Natory comparte de su información con alguien? —preguntó ella de regreso.

—Buen punto.

Kass volvió a darle la espalda, aunque podía notar que Elliot la seguía de cerca. Ella se detuvo frente a la vidriera, inclinándose hacia delante para poder ver mejor lo que se encontraba del otro lado. Al hacerlo notó que, lo que tenía delante no era simple cristal. Era un poco más opaco, como si hubiera un poco de humo atrapado en su interior, lo que, a su vez, delataba la silueta un poco más cóncava. Bajo la mirada para encontrarse con el riel metálico que recorría todo el perímetro del cristal. Kass se enderezo al momento en el que escuchó los pasos detenerse. Elliot se encontraba de pie detrás de ella, un poco desfasado hacia un costado en comparación con la posición de Kass. Él extendió una de sus manos para pasarla por la pantalla gigante que tenían delante de ellos, al hacerlo su rostro se emparejo con el de Kass, su peso apoyado de a poco contra la espalda de ella.

La morena era capaz de ver la sonrisa divertida en los labios del chico. Por lo que uso su hombro para empujarlo lejos, fue a penas un roce al que Elliot respondió retrocediendo de forma dramática, retrocediendo de golpe y llevándose las manos al pecho, colocándolas en el punto exacto donde se suponía que Kass lo había alcanzado, lo que era una completa mentira, ella no era tan alta. Al alejarse la vina salto a la vida con un brillo opaco e imágenes que bailaban sobre la superficie de la pared de cristal.

—Esto es nuevo —comentó Kass, en referencia que las vinas eran un invento moderno.

—No tanto —agregó Elliot cuando finalmente se decidió a dejar de seguir con su drama imaginario— está es una de las primeras vinas que se fabricaron, tiene, por lo menos, sesenta años.

—No hay forma de que esto llegara por ustedes —Kass levantó uno de sus dedos y giró la mano en círculos, en un intento de abarcar todo lo que se encontraba sobre ellos— hayan traído esto hasta aquí, es demasiado grande, alguien de las ciudades se habría dado cuenta.

—Piénsalo al revés —insistió Elliot, volviéndose a parar a su lado.

Kass lo miró, encarnando una ceja para dejar en claro que no estaba convenciéndola, aunque entendía su punto.

—La vina fue inventada hace cerca de cincuenta años por David Harrison. ¿Me estas queriendo decir que él se pasó un día por aquí y dijo "oh, voy a dejarles uno de mis descubrimientos, solo porque sí"?

Demons - EditadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora