Capítulo 3

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Capítulo 3

Katniss fijo su vista en el espejo. Desde que su padre le había dicho lo de su boda, no había vuelto a hablar con él y no había vuelto a sonreír.

Tendido en su cama. Estaba el vestido que Seneca le había mandado para que ella se lo pusiera el día de su boda. Desde que se había enterado que se iban a casar, le perdono la deuda, que crecía día con día, a Plutarch, y llenaba a Katniss con lujos, que ella no usaba.

Veía su vestido de boda y su cabeza era un torbellino de pensamientos, se debatía mucho.

- Te verías más hermosa si solo te lo pones-. Dijo la voz gruesa de su padre

- Todavía no estoy lista-. Trato de sonreír, pero fue inútil

Plutarch solo asintió y salió del cuarto.

Se vistió y peino de una manera sencilla....

Salió de su cuarto y llego a donde estaba su padre.

- Estoy lista-. Dijo la chica de ojos grises a su padre. Plutarch estaba feliz, demasiado alegre; el simple hecho de ver a su hija casándose con un buen hombre y que no carecería de nada dejaba, más que satisfecho al padre de la novia, sin mencionar, claro está, que tendría compasión por él cuando fuera un viejo que no pudiera trabajar...

- Te ves preciosa, hija mía-. Abrazo y beso la frente de su hija-. Te veré en la iglesia.

En aquella época era común que el padre de la novia se adelantara a la misa para que esta, tuviera un momento de intimidad con ella misma.

Al ver salir a su padre tras la puerta, recordó en ese entonces, las palabras de su abuela Mags:

"No importa si es un buen partido el hombre.... Mientras no te quieras casar con él, no lo hagas y llegara el día, en el que un joven entrara a las puertas de tu corazón".

Tenía razón... era su vida... todavía no estaba lista para contraer matrimonio y mucho menos para hacerlo con un viejo que ella no conocía. Tenía que pensar en ella y solo ella. Los problemas con su padre vendrían después y lo solucionarían juntos...

Si. Eso era lo que tenía que hacer.

Regreso a su cuarto, y se quitó el vestido para ponerse su ropa típica de trabajo. Se fue al campo de trigo y empezó a trabajar como si fuera otro día más...

En la iglesia, Plutarch daba vueltas sin parar. Ya iban a dar más de 3 horas que había dejado a su hija en la casa y era para que ya estuviera ahí. Sintió que lo jalaban del cuello y al voltear a ver a la persona que ocasionaba ese tirón, se dio cuenta que era Seneca Crane.

- Quédate con tu hija, Everdeen. Olvídate de que la deuda esta perdonada... ninguna chiquilla me va a dejar en ridículo delante de este estúpido pueblo-.

- No, espere señor Seneca, mi hija está por llegar-. Dijo, tratándose de excusar, Plutarch

- No más. Espero el pago completo para la próxima vez que regrese, y olvide el compromiso.

Y así, se iba la oportunidad de Plutarch de no carecer de nada más.

En el campo de trigo, se encontraba Katniss, cuando distinguió a su padre caminar demasiado a prisa. Al llegar junto a ella, la sujeto fuerte del brazo y aló de ella hasta llegar a su casa.

La empujo e hizo que esta cayera al suelo. Tomo a Katniss por el pelo y la empezó a cachetear.

- Padre. Detente, déjame explicarte-. Pero las imploraciones de Katniss no lo detuvieron. Tenía que descargar toda su furia.

La golpeo hasta que pudo respirar. Todo su coraje se vio reflejado n Katniss, hecho un ovillo y llorando a casi desmayarse y así pasó. Sangre escurría por la boca y nariz de la pobre muchacha, moretones que se alcanzaban a distinguir en los brazos y piernas de la joven.

Plutarch decidido a hacer, lo que venía planeando durante el camino a su casa, dio vuelta y salió por la puerta dejando tirada, a su hija.

Cuando Katniss despertó, veía un poco borroso, le dolían los brazos y piernas, entonces, alcanzo a distinguir tres figuras que la observaban. Enfoco más su vista y pudo visualizar a su padre y otros dos hombres.

Plutarch no iba a dejar que ese hombre, Seneca, lo dejara en la ruina y para no dejarlo así y poder pagar su deuda, tenía que hacer algo, que aunque le partiera el alma hacerlo, la desobediencia de su hija, lo justificaba. Ya no tendría que alimentarla ni cuidarla, simplemente se preocuparía por él.

Katniss, casi se lanza al suelo a llorar, pero se contuvo y le demostraría a su padre que era fuerte, y que saldría adelante con o sin su ayuda... era la elección de su padre, ¡BIEN!

- Como acordamos, 40 monedas de plata por la chica-. Dijo uno de los dos hombres altos.

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Ohm

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Dientes de león para todos

Dany

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