L'amour sans masque

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Miró el rostro de su compañera, que, a pesar de estar cubierto con un pequeño antifaz, dejaba mostrar la palidez de su piel con claridad. Tanto que era preocupante. − Ladybug.. Ladybug..− Repetía una y otra vez mientras le mantenía sobre sus temblorosos brazos.

Las lágrimas comenzaron a entrapar sus visión.

Pegó a la mariquita contra su pecho, sujetándola con una mano mientras que con la otra procuraba secar las lágrimas que se deslizaban cada vez en mayor cantidad sobre sus mejillas.

De repente, el sonido proveniente de sus pendientes llamó totalmente su atención, enfocando sus ojos en uno de ellos. En el que se fijó le quedaba un punto de los cinco que se supone que debía tener.

− Esto significa..− Chat Noir agarró con fuerza el frágil cuerpo para salir huyendo lo antes posible de donde se encontraban y ocultarle en cualquier otro sitio.

Los pitidos de su miraculous indicaban que estaba acabando el tiempo de transformación y al quedar sin aquellos cinco puntos característicos, volvería a su "forma", dejando al descubierto su verdadera identidad.

El pobre gatito estaba tan preocupado ante lo ocurrido que sin percatarse de ello su propio miraculous le había abandonado. Dejando de lado su faceta de Chat Noir y monstrando así a quien estaba tras ese antifaz; Adrien Agreste, un estudiante de instituto y modelo, hijo de un famoso diseñador de moda.

Plagg, que fue expulsado del anillo, se posó sobre el hombro de Adrien. − ¿Dejarás escapar esta oportunidad para saber la identidad del amor de tu vida?

– Prefiero que mantenga su identidad en secreto, ya que es lo que quiere.

− Tú sabrás.− Dijo el cabezón felino mientras se acomodaba más en su cuerpo.

Adrien mantenía su carrera como si la vida le fuera en ello, buscando desesperado un lugar seguro. Sin embargo, las nuevas palabras de Plagg provocaron que se detuviera en seco.

− Aunque ocultes su identidad, ¿qué conseguirás? Te recuerdo que ella ahora está en un estado pésimo. ¿No sería más importante salvarla que seguir ocultandola?

Sabía que estaba en lo cierto, no podía dejarla sola simplemente por ocultar una identidad.

− Piensa que mientras solo tú lo sepas, estará bien. No se trata de una persona peligrosa externa, sino de ti, Adrien.

El rubio miró dudoso a Plagg y después a su amada mientras un último pitido sonó desde el miraculous.

El destacado traje rojo que cubría el cuerpo de la azabache comenzó poco a poco a abandonarle mientras una brillante luz le rodeaba.

Adrien notaba como el corazón no dejaba de latirle con fuerza, hasta que sintió como este le daba un vuelco por tener frente a sus ojos el rostro desnudo de la joven.

Ya no estaba cubierto por aquel antifaz de mariquita que en tantas ocasiones había maldecido por crear un obstáculo entre ella y su amor, por no dejar al descubierto quien era la responsable de que tanto sus sentidos como su cuerpo dejaran de funcionarar con algún tipo de cordura. Sino que la tenía frente a él, sin aquella dichosa prenda impidiéndole descubrir su identidad.

– ¿De verdad eres tú, Ladybug?– Susurró. No pudo mantener la compostura, su voz a medida que formulaba aquella simple pregunta se quebraba.

Entre temblores, por los nervios, la felicidad.. todos aquellos sentimientos que brotaban de lo más profundo de su alma, delicadamente se posó sobre el suelo mientras la mantenía aún entre sus brazos, impidiendo que pudiera escaparse de ellos.

– ¿Marinette..?

Apoyó con suavidad su mano sobre el rostro de la joven y comenzó a acariciarlo.– Así que resulta que eres tú.– Sin quererlo, las lágrimas volvieron a nacer de sus ojos. Estaba feliz y confundido, pero sobre todo predominaba en él lo primero.
Por fin sabía quién era ella, la persona tras una máscara de quien se había enamorado perdidamente.

Las caricias proseguían mientras la observaba; sabía que Marinette era preciosa, y en este momento a sus ojos lo era aún más.
Entre tanto, Plagg tenía la vista puesta en ellos, sin hacer ningún tipo de comentario. Parecía incluso sentirse mal por su amigo ya que solo él realmente sabía lo mucho que amaba a Ladybug y cómo necesitaba que en algún momento esto ocurriera.

Deseaba con todas sus fuerzas que aquel momento fuera eterno... aunque con ella mirándole fijamente a los ojos, con aquellos preciosos ojos azules que tanto les hacía delirar, sintiendo todo lo que sentía él en común.

El rubio deslizó la mano hacia una de las rosadas mejillas de la chica y acarició esta por última vez. No podía dejar pasar más el tiempo, por mucho que lo deseara.– Te pondrás bien, bichito.

Amor tras una máscara [Ladybug] Where stories live. Discover now