L'amour sans masque

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– ¡Chat Noir!– Gritaba Ladybug mientras le pasaba el pequeño sombrero que poseía el akumatizado, quien se hacía llamar "Le chapelier Fou".

El felino extendió su brazo para alcanzarlo a la vez que observaba como se dirigía hasta él desde la lejanía.– ¡Lo tengo!– Acto seguido lo rompió, dejando que escapara el akuma que se encontraba atrapado en su interior.

La mariquita al ver como emprendió el vuelo, lanzó su prodigioso luckycharm en dirección al pequeño servidor de Papillon para así purificarlo y no dejar que causara más estragos.– Ya eres libre, pequeño akuma.– Dijo mostrando una leve sonrisa.

En esto se basaban los días de los dos héroes; después de un duro trabajo en equipo, conseguir liberar al akuma que dejaba volar Papillon una vez más para intentar sumergir París en la gran oscuridad que deseaba con tantas ansias. Pero que, sin embargo, no conseguiría al igual que en anteriores ocasiones.

La felicidad de los pequeños habitantes de la ciudad después de tales méritos siempre era inigualable. Y, siendo de esperar, se encontraban de nuevo en su plena alegría y alivio ya que sabían que se encontraban sanos y salvos gracias a sus confiados y poderosos aliados.
Podían contar con ellos en todo momento; y por eso les apoyaban y querían incondicionalmente. No importaba ni el dónde ni el por qué, ellos aparecerían para ayudar a aquellas personas que lo necesitaran.
No obstante, el día de hoy para ellos dos supondría un gran cambio, sobre todo para el felino.

Chat Noir, destacando una gran sonrisa en su dulce rostro, fijó la mirada en la pequeña chica que se encontraba junto a él. A la cual le solía llamar por el apodo de "bichito".

Es algo que no sabía, puesto que nunca vio una ocasión adecuada como para comentárselo, pero desde un primer momento, ha sentido algo muy grande por ella; algo demasiado especial.
No era normal esa felicidad que le consumía al estar a su lado, ya fuera manteniendo una conversación o simplemente sin intercambiar palabras.
Aquellas miles de mariposas bailando al compás de sus pensamientos apoderándose de su cuerpo, solo por el hecho de pensar en ella y en lo mucho que la ama. Haciendo, además, que sus blancas mejillas tomen un tono aún más cálido, y su corazón se acelere hasta el punto de parecer que saldrá disparado de su pecho.

En ocasiones sentía la necesidad de confesarle todo aquello que provoca en él y más, cada pequeña cosa que le hace sentir sin ni siquiera darse cuenta. Confesarle de una vez la admiración que siente y lo mucho que la aprecia. Que la ama.

Confesarle que está enamorado de ella.

Pero no se veía capaz, y cuando se lo proponía de verdad, cualquier circunstancia le impedía poder hacerlo.

El gatito la miró manteniendo esa humilde sonrisa de satisfacción después de su gran esfuerzo.− Buen trabajo, bichito.− Añadía mientras colocaba su puño en posición para que Ladybug pudiera chocar de vuelta, como era de costumbre después de salvar su preciada ciudad.
Sin embargo, algo no iba bien. La azabache estaba quieta, a pocos metros de él con una de sus manos sobre la frente.

− No te preocupes, no creo que sea nada.− Dijo con una débil sonrisa en su rostro.

– Miente.– Pensó el felino. Pero antes de poder contestar sus ojos se adaptaron a la horrible escena que estaban presenciando; Ladybug desplomándose sobre el suelo, totalmente débil, sin fuerzas.

Rápidamente la incorporó entre sus brazos para que el impacto no se centrara sobre aquella fría superficie, sino sobre él, impidiendo que se hiciera algún daño mayor.

La preocupación pasó de comerle por dentro a expresarse exteriormente. Su cara mostraba de tal modo su agobio hacia la situación que con solo observarle un instante, aunque fuera simplemente de reojo, ya podías empatizar con él.

Amor tras una máscara [Ladybug] Where stories live. Discover now