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Baje del auto, arreglé mi corbata y caminé por la gran alfombra que daba al salón, las cámaras y flashes se posaron en mí. Esta vez posaba solo, la primera vez desde aquel día en el que decidí que el alcohol haga todo por mí.
. . .
Cantábamos y saltábamos en el vestuario, haber salido campeones de la liga era un logro demasiado grande para mí por ser mi primer año acá. Sentí unas manos que taparon mis ojos.
— ¡felicidades a la persona más hermosa en este mundo!
—no pude haberlo logrado sin la hermosa persona que ahora está tapando mis ojos. —dije y me di vuelta tomando sus manos enredandolas en mi cuello y la agarre de la cintura.
—estoy muy orgullosa de vos, Mati. Lo digo en serio, amor.
—lo sé, sos la que creyó siempre en mi cuando ni siquiera yo lo hacía. La que festejó mis triunfos y lloró conmigo mis derrotas, Anna. Te amo.
—te amo mucho más, Mati. Mucho más.
La mire a los ojos y la bese, eso es lo que me faltaba para terminar bien este día.
— ¡venga parejita! ¡ya con las muestras de afecto que esta noche hay que festejar! —nos interrumpió Torres, –gran delantero y amigo de equipo– con ese acento español que nos divertía y gustaba. —de más está decir que tienes que estar ahí, preciosa.
— ¡claro que voy! Sólo que un poco más tarde.
—pero irás ¿o no?
—voy a ir, tranquilo.
—de acuerdo, ahí los veo. Voy a hacer algunas notillas allá. —dijo contento y se alejó.
—entonces, ¿no vas?
—voy amor, tranquilo, es que me pidieron que termine unas cosas en el trabajo pero son súper rápidas, al salir de acá me voy, vos esperame, ¿si?
