Angelique dedujo que no era la primera vez que exponía su linaje, y tampoco fue difícil adivinar la reacción que el resto de los estudiantes de Hogwarts había tenido ante la idea de una hija de licántropos estudiando entre ellos. Sabía acerca del gran prejuicio que existía hacia los hijos del resto de las criaturas mágicas, pero seguía tratándose de algo que no comprendía. La mayoría de las personas en el mundo mágico no comprendían que la sangre no define a la personas, sino que sus actitudes eran las que lo hacían.

—Eso es genial —fue lo único que salió de su boca, sin siquiera llegar a pensar en una respuesta—. Eres bruja y puedes convertirte en lobo cuando quieres. Es asombroso —comentó en cuanto entraron a la clase del profesor Flitwick, el cual aún no había hecho acto de presencia.

—Quizás tengan razón, si estás loca —dijo Zoey, con un toque de diversión en su rostro que se vio reflejado con una brillante sonrisa.

—Decidiré tomar eso como un cumplido —asintió Angelique con el ceño levemente fruncido por la extraña forma en la que su compañera había mostrado aprobación.

En ese momento el bajito profesor ingresó en el salón y las conversaciones se convirtieron en susurros mientras el hombre recorría la clase con la mirada desde su escritorio. Se detuvo al llegar a Angelique, sus ojos brillando con reconocimiento, avanzó hasta ella con emoción.

—Señorita Gryffindor, que placer volver a verla aunque sea en tan triste situación —se apresuró a decir al tiempo que estrechaba la mano de la adolescente con entusiasmo—. Quizás no me recuerde... Era muy joven —agregó en una frase algo parecido a un balbuceo.

—Por supuesto que lo recuerdo, profesor Flitwick, no era tan pequeña, tenía ocho años —repuso ella mostrándole una sonrisa amable en cuanto el profesor se decidió a dejar ir su mano del saludo.

—Una verdadera lástima que no quedaras en Ravenclaw, niña —al parecer el profesor había olvidado que estaba en una clase y la mitad del alumnado era de Gryffindor—. Tengo tantas anécdotas sobre tu madre... Te pareces tanto a ella —agregó observándola con nostalgia. Estaba montando un tipo de escena en el medio de la clase, y estaba segura que a menos dos tercios se estaban riendo a costa de el.

—Confío en que pueda contármelas luego de alguna de sus clases —enfatizó el final con disimulo, tratando de que el hombre entendiera la indirecta, acto que funcionó porque, como si se tratase de un baldazo de agua fría, el profesor parpadeo, notando repentinamente su alumnado.

—Con mucho gusto —asintió recuperándose de una forma bastante elegante de su falta de atención, y volviendo a su atril con la intención de comenzar la clase—. Ahora clase, quiero que saquen sus libros de hechizos, practicaremos el encantamiento aguamenti, que como saben funciona para generar agua potable —explicó haciendo con su varita una demostración, provocando que un chorro de agua cayera en la vasija colocada estratégicamente para el hechizo—. Bien, ahora háganlo, recuerden, es un movimiento en forma de letra ese —agregó con énfasis en la última palabra—. Angelique, querida, puedes quitarte los guantes, no corres riesgo aquí —finalizó con amabilidad, aunque la chica hubiera preferido que no lo dijera, ya que la clase completa volvió su vista hacia ella, aunque la única mirada que no lo hizo de una forma asustada fue la de Zoey, que seguía a su lado a pesar de que todos pensaran que corría un increíble riesgo.

La chica se quitó los guantes lentamente, aún sintiendo el escrutinio de los alumnos a su alrededor y decidida a no hacerle caso. Pero de un momento hacia otro el foco de atención cambió cuando los gemelos, acompañados de un chico de rastas negras, entraron -tratando de pasar desapercibidos- a la clase, sin éxito. Al parecer el carácter dé Flitwick no había cambiado a lo largo de los años, porque el profesor siguió enfrascado en su lectura sin prestar atención, ni siquiera cuando los muchachos arrastraron sus sillas hasta sentarse en el escritorio que ocupaban las chicas.

La heredera de Gryffindor (Gemelos Weasley)जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें