Recorríamos los alrededores de la estación central.
Caminábamos sobre las vías,
ella saltaba escapando de los trenes
y de mí, al mismo tiempo,
aunque no lo sabía.
Mi cuerpo se descomponía poco a poco,
de adentro hacia afuera,
pero qué podía hacer.
Tenía que salir de su vida pronto.
En una de esas caminatas
jugando a ser escapistas,
aprendices de Houdini,
encontró una vía abandonada.
Vieja y oxidada.
Olía a hierro mojado.
Y le gustaba.
Luego encontró un tren abrazado por el tiempo.
Un recuerdo en el mundo físico
de lo que solía ser un tren.
Te veías tan feliz, Ki,
tan feliz
que besé esa sonrisa cientos de veces.
Esa tarde hacía frío afuera,
pero había calor en nuestros corazones.
Y esa noche, oh,
esa noche,
hacía frío afuera
pero había calor en nuestros cuerpos.
YOU ARE READING
Tren perdido
PoetryElla perdía el tren. Todo el tiempo. Y nunca lo encontraba. La vida se le escapó entre los rieles.