R36.

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Había perdido el tren.

No sé cómo se le escapó, se distrajo con un muchacho.

No por el muchacho, sino por el libro que llevaba.

La muy osada le preguntó al desconocido en qué parte iba.

Él se limitó a sonreír y responderle.

Le pidió el número.

Ella entornó los ojos y se dio la vuelta para darse cuenta de que el tren se escapó.

Maldijo su suerte.

Y se sentó en el suelo.

A mi lado.

No me veía.

Pero vaya, yo sí que la miraba.


Tren perdidoWhere stories live. Discover now