***IMP***(revisar * )
-¡Tomás! Llegas justo a tiempo -me recibió con una sonrisa de oreja a oreja.
Retrocedí un paso hacia el ascensor, desconfiado, mirando con cierta preocupación a mi hermano mayor.
-¿Qué pasó? -inquirí asomándome cautelosamente hacia el interior del departamento sin apartarme mucho del marco de la puerta.
-Hoy Valerie ha ido a visitar a su mamá y ¿adivina qué?
-¿Se llevó a la bebé y tendremos tarde de videojuegos? -propuse sin querer emocionarme.
La sonrisa de mi hermano cayó.
-Habría sido hermoso. Pero esto es más genial. Me quedé con la pequeña -sonrió -Así que tú y yo enano, haremos de niñeras.
-¿Por qué presiento que... -empecé a decir antes de que Castiel me interrumpiera.
-Es hora de cambiar los pañales.
-No -afirmé de una.
-Ay, vamos, no seas nenita. Si hasta yo he podido hacerlo.
-Con Valerie ahí revisando.
-También lo he hecho sin ella ahí -protestó.
-Estaba mamá -sentencié tranquilamente.
-Ya cállate -me riñó y me hizo pasar.
Un llanto proveniente desde la habitación de la bebé fue el claro indicio de que había alguien nada contento con andar sucio y realmente con ganas de que le cambiaran los pañales.
-¡Oh, Dios! -exclamé sin poder evitarlo, asqueado, al entrar al cuarto.
-Sí... huele fuerte ¿verdad? -comentó Castiel como si nada acercándose a su hija.
-¿En serio crees que te voy a ayudar? ¡Tengo casi dieciocho! -protesté -debería estar de fiesta, no... limpiando la... caca más apestosa del mundo.
-Ya cállate -hizo un gesto despectivo con su mano -Yo tenía once cuando tuve que ayudar a cambiarte. Y créeme, olías mucho peor. Eras una pequeña bolita llorona y apestosa.
Mientras hablaba iba sacando todo lo que necesitaba y lo iba acomodando en el cambiador. Sin pensarlo, de manera casi inconsciente, le alcancé el talco.
-En tu vida me cambiaste un solo pañal -le dije sin estar convencido ni de lo que decía ni de lo contrario.
-Pregúntale a mamá. Creo que ese día casi llora de emoción.
Ambos miramos a la bebé que agitaba sus puñitos y nos miraba con curiosidad.
-Bueno... -Castiel soltó un suspiro -...aquí vamos. Si mal no recuerdo primero debía...
-¿Sacarle el pañal viejo? -sugerí en tono burlón.
Él me lanzó una mirada asesina mientras retiraba la prenda sucia y la botaba en un tachito.
-¡Maldita sea! -masculló Castiel desesperado porque la bebé se resistía a quedarse quieta.
Ale se puso a lloriquear. Medio a la desesperada empecé a hacer muecas ridículas tratando de hacerla reír. Ella miraba a su papá estirando sus bracitos hacia él.
-Ahora no puedo cargarte ni darte palmaditas en la espalda, mi amor -le dijo él -Estás llena de caca y te aseguro que si te aguanto a esta distancia es porque te quiero demasiado. Eres una bolita gordita y llena de caquita como alguna vez lo fue tu tío.
YOU ARE READING
The Real Good Girl
Teen FictionSecuela de The Real Bad Boy Tener a mi hermano mayor como hermano mayor no era fácil. No tanto por tratar con él, desde chico había aprendido a hacer eso. Es complicado ser alguien si te conocen como "el hermano de...". Ser el hermano de Castiel no...