Capítulo 1

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"¿Por qué no vas a hablar con ella?" –le instó Legolas, empujando al elfo de pelo negro hacia adelante.

Keldarion se volvió y miró a su hermano menor.

"¿Y a ti qué te importa?"

"¿Qué?" –Legolas le devolvió la mirada, con los ojos como platos.

"¡No deberíamos molestarla!"

"¿Molestarla? ¡Kel, sé que te gusta! ¡Vamos, hermano! ¡Mírala, está sola en el banco del jardín! ¡Tienes que hacer algo antes de que alguien se te adelante!"

Los dos príncipes del Bosque Negro acababan de llegar con su padre a Caras Galadhon, la gran ciudad del bosque de Lothlórien. El rey Thranduil iba a asistir a un concilio centenario que se celebraría en una semana. Gandalf, Lord Elrond de Rivendel y otros señores élficos también estarían presentes, pero todavía no habían llegado.

Los dos hermanos estaban decepcionados de que sus mejores amigos, los hijos gemelos de Elrond, llegarían con su padre en unos cuatro días. Solo su hermana, Arwen, ya estaba allí porque se había quedado durante el verano con sus abuelos maternos.

Decir que Keldarion se había alegrado de ver a Arwen era quedarse corto. ¡Estaba encantado! El príncipe había pasado muchos años admirando a la hija de Elrond desde lejos, cautivado por su gracia y su belleza. Pero por desgracia, ella parecía no saber de su existencia.

Mientras su padre conversaba con Lord Celeborn y la Dama Galadriel en el palacio de Lothlórien, los dos hermanos se fueron a buscar a Haldir y sus hermanos. A medio camino se habían encontrado a Arwen sentada en el jardín, sola, leyendo un libro.

"¡Vamos, Kel! –le dijo Legolas otra vez. Luego sonrió-. ¿Qué pasa, eres tímido?"

Keldarion lo taladró con la mirada.

"¡Basta, mocoso! O..."

"¿O qué? ¿Irás corriendo a contárselo a padre?"

Keldarion respondió con un gruñido y lo tiró al suelo. Gruñendo y maldiciendo los dos comenzaron una pelea, comportándose como un par de brutos en lugar de nobles príncipes.

"¿No creéis que ya sois mayores como para estos juegos infantiles?" –preguntó una voz suaves, de repente.

Los hermano levantaron la mirada y Keldarion gimió, avergonzado. Arwen los observaba con un brillo de diversión en los ojos. Legolas sonrió, saludando con la mano.

"¡Hola, Arwen!"

Arwen no pudo evitarlo y se rio. Legolas siempre se las arreglaba para alegrarla con su ingenio y encanto, mientras que Keldarion...

Al pensar en él, su corazón se agitó. El príncipe mayor la miró fijamente mientras tiraba de su hermano para ponerlo en pie, viéndose espléndido y fuerte. Arwen había estado pensando en secreto en el príncipe heredero del Bosque Negro (a pesar de que le había quemado el pelo una vez por accidente). Su carisma era atrayente y sus atractivas facciones cautivantes. ¡Pero claro que no se lo diría!

"¿Cómo estás, Arwen?" –le preguntó Keldarion con cortesía.

"Muy bien, gracias" –respondió ella.

Luego se hizo el silencio. Legolas puso los ojos en blanco.

"¡Oh, vamos! ¿Eso es todo lo que podéis hacer?"

Keldarion miró a su hermano.

"¡Vete, mocoso!"

"¿Por qué? ¿No necesitas mi ayuda? –dijo Legolas, sonriendo con inocencia. Levantó los brazos en señal de rendición cuando su hermano le dio una mirada más dura-. Está bien. Ya capté el mensaje."

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