34. Solo se vive una vez.

11.5K 1K 261
                                    

Suri entornaba los ojos sin apartarlos de mí ni por un segundo.

—¿Irás a un campamento? —preguntó.

—Sí, ¿por qué me observas así? —le dediqué una mirada por encima del hombro. Estaba guardando mi ropa, un libro, artículos de aseo y otras cosas en mi maleta.

—No sales muy seguido así que me sorprende que aceptaras irte durante una semana —se rio un poco—. Es mucho menos creíble ya que no tendrás internet.

Lo pensé mejor y estuve a punto de sacar lo que acababa de meter.

—¡No! —exclamó mi hermana y me obligó a dejar mis manos quietas—. Por Dios, Sophie, no morirás por despegarte un poco. Necesitas aire fresco, compañía... novio —me sonrió con picardía.

—Si te refieres a Dante, déjame decirte que no pasará nada entre nosotros.

—¿Segura? ¿Entonces qué es ese regalo que veo encima de tus cosas? —inquirió, arqueando una ceja.

El italiano cumplió su parte del trato, me impresionó porque obtuvo calificaciones excelentes en la mayoría de las materias, especialmente en química.

—¡No te importa! —cerré la maleta mientras notaba como mis mejillas se calentaban.

—A ambas nos importa —dijo mi madre, irrumpiendo en mi habitación—. Tal vez regreses y Dante sea mi yerno. Todo es posible en esta vida, ¿no creen? Por cierto, hija, ¿podrías contarme con lujo de detalle lo que hagas allá?

—¿Por qué quieres saberlo? —fruncí el ceño con confusión.

—¿Una madre no puede tener una buena relación con sus retoños? —me dedicó una sonrisa que no me hizo dudar del terror que a veces me producía mi madre. 

(...)

Ellos llegaron poco tiempo después, Nick había dicho que en su camioneta nos dirigiríamos al campamento, el cual se ubicaba a un par de horas de nuestra ciudad. Dante me ayudó a acomodar mis cosas en la parte trasera del automóvil y se sentó a mi lado. La camioneta del deportista era bastante grande, por lo que Coraline, Alexis, Dante y yo cabíamos perfectamente en los asientos traseros mientras que An y él ocupaban los lugares del piloto y copiloto.

—Esto será un camino largo —suspiró Nick, despidiéndose con la mano de mi familia.

—Unas cinco horas, dímelo a mí —respondió An a la vez que se tendía con pereza en el asiento.

—¿Qué hay de tu madre, Alexis? —interrogué, volviéndome en su dirección.

—Ella quiso adelantarse con mi hermana. Dios, no puedo estar más agradecido. Nos obliga a llevar un equipo de primeros auxilios, repelente y cremas. Nos convierte prácticamente en un hospital andante. Se fueron anoche así que pude hacer mi equipaje en paz —Alexis se estremeció.

—Vaya, debe ser duro. Mi madre se encarga de emparejarme con cualquier humano que esté cerca de mí, estamos empatados, supongo —dije entre risas.

—¿Te ha emparejado conmigo? —Dante sonrió de lado.

—Miles de veces. Lo he negado cada vez, tú y yo sabemos que no es muy probable.

Todos soltaron risitas, salvo Dante y yo.

—¿Qué es tan divertido? —preguntó, fulminándolos con la mirada.

—Nada, nada —contestó An cuando se calmó.

El chico suspiró y se inclinó para encender la radio, escogiendo una estación en tiempo récord. Se escuchó el sonido de una batería acompañada de un bajo y una guitarra. ¿En serio existía un inicio de canción tan increíble?

Otra comedia romántica absurda [OCRA #1]Where stories live. Discover now