Prólogo

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La chica con bata estaba sentada en su escritorio transcribiendo algunas actas cuando llamaron en su puerta. "Pasen." Mandó y enseguida se dieron paso una pareja de jóvenes tomados de la mano. Levantó la vista, sonrió confusa. "Hey, hola. ¿Qué hacen aquí? Se supone que tu cita es dentro de dos semanas." La rubia sonrió.

"Mirna tuvo un sangrado esta mañana." Comentó el chico con una mueca de preocupación. La doctora alzó las cejas y frunció los labios. Asintió y se levantó de su silla abriendo las cortinas que daban a la camilla de ultrasonidos.

"Bien, espero no sea una mala noticia. Vamos Mirna, voy a revisarte." Caminó hasta la camilla y tomó posición levantando su blusa. El gel frío estaba sobre su plano vientre, el pequeño aparato recorría la zona dando la vista del ultrasonido en la pantalla. "Bien, aquí está tu útero. En efecto el endometrio está siendo expulsado, eso causó tu sangrado. ¿Si no estuvieras embarazada cuando iniciaría tu ciclo menstrual?" La chica tragó en seco.

"Debería haber comenzado hace dos días, tal vez tres." La doctora asintió y siguió moviendo el aparato en busca de algo. "¿Puedes ver a mi bebé?" Unos segundos más de búsqueda fueron suficientes para que se diera por vencida.

"No hay bebé." La doctora hizo una mueca de rendición y soltó el aparato. Brindándole un pañuelo a la chica para que limpiase los restos del líquido. Se enderezó un poco en la camilla y la miró fijamente.

"¿Có-cómo que no hay bebé?" Su voz se entrecortaba. La experta se encogió de hombros con una seña de tristeza.

"El embrión debió haber salido con el sangrado de esta mañana, lo siento chicos." Dijo a la pareja y se levantó del banco en dónde estaba. La joven mujer comenzó a llorar. "Voy a preparar las cosas, debemos hacerte un legrado."

~*~

Unos minutos después del legrado la doctora y la chica se reunieron en el consultorio con el joven que las esperaba. Los tres tomaron asiento y la doctora los miró sobre sus gafas. "No entiendo que salió mal esta vez doctora, tuve todos los cuidados necesarios, tuve reposo y no hice ningún esfuerzo." La chica lloraba mientras era escuchada por la ginecóloga. El chico a su lado apretaba su mano con fuerza mientras la acariciaba con su pulgar.

"Te lo dije, el problema no está en que no te cuides si no que tienes una malformación en tu útero que hace que el feto se desprenda, debes entender que no podrás lograr un bebé."

"¡Pero he estado embarazada!" Gritó con cierta nostalgia de tono.

"Sí, lo has estado. Pero tus embarazos no duran más de 5 semanas, siempre es lo mismo. Tú útero está lastimado por tantos legrados que te he practicado, en lo que va del año has estado embarazada tres veces y siempre tienes abortos espontáneos." Su voz se tranquilizó. "Mira, si sigues haciendo esto puedes ponerte en riesgo. Mirna, debes aceptarlo, no puedes tener hijos." Ella negó cubriendo su rostro con ambas manos, soltándose del agarre de su esposo.

"Por favor Dana, nuestro sueño es tener un bebé." Susurró levantando la vista hacia ella.

"Adopten, es la opción más viable." Argumentó mientras jugueteaba con una lapicera. El chico a su lado no mencionaba ninguna palabra.

"¡No!" Exclamó entre lágrimas. "Queremos un hijo nuestro, que lleve la sangre de ambos." La doctora Dana frunció los labios y suspiró en rendición. Abrió uno de sus cajones y entregó un folleto a la chica.

"¿Qué es esto?" Preguntó mientras lo tomaba en sus manos.

"Nunca he estado muy de acuerdo con esto pero sé que no vas a descansar hasta conseguir lo que quieres." Mirna seguía confundida y la miraba con el ceño fruncido. "Es un lugar en donde se alquilan úteros, para mujeres como tú que no pueden gestar. Ellos te explicarían mejor que yo." El rostro de la chica se iluminó de felicidad. Tal vez esta era la manera en la que ella podría tener un hijo.

Vientre Alquilado ☆LS⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora