Capitulo I. Descontrolada

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1. Descontrolada

Móstoles, 18 de octubre de 2012

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Móstoles, 18 de octubre de 2012

De camino al gimnasio, un escalofrío recorrió el espigado cuerpo de Maya, y no por el frío que hacía. Era un jueves de octubre con el típico calor de aquellas fechas, lo que se conocía como veranillo de San Miguel. Los suelos de las calles comenzaban a estar atestados de hojas. Pasó por encima de ellas y sonrió. Sentía la necesidad de coger un puñado y lanzarlo al aire como cuando era niña, pero se reprimió para no llamar la atención.

Se giró y espió el lateral. No advirtió nada extraño. Últimamente, se sentía observada y esa sensación tan desagradable le provocaba estremecimientos. ¿Qué criatura la estaba persiguiendo sin descanso? Se paró en medio de la calle y aspiró una bocanada de aire. Deseaba la llegada del invierno, con las espesas brumas y densas neblinas. La tristeza que rodeaba a aquella estación provocaba que las calles estuvieran desiertas con la caída de la noche. Y era justo lo que más ansiaba Maya. Así podía permitirse el lujo de disfrutar de aquella soledad cual felino nocturno.

Cruzó la avenida principal absorta, inmune al ruido de los cierres en los locales de alterne. Al torcer en una callejuela solitaria, un simple estornudo a lo lejos consiguió reactivar su atención. Alzó la mirada e ignoró al transeúnte para continuar por las enlosadas calles de Móstoles. Un maullido a sus pies le hizo sobresaltarse. Fulminó con la mirada al escurridizo minino, que corrió despavorido muy lejos.

Apenas faltaban unos pasos para alcanzar el gimnasio Healthybody. Era el único abierto las veinticuatro horas del día y el más cercano a su casa, tan solo a dos manzanas. A medida que uno se aproximaba, podía ver el letrero luminoso de la fachada principal parpadear más de lo habitual en algunas letras, quizá por algún fluorescente fundido. Era una nave remodelada y situada estratégicamente en un polígono a las afueras de la ciudad, en parte debido al anterior uso: almacén de materiales de construcción. El lugar perfecto para evitar miradas de curiosos.

Se encaminó rápido por la puerta principal y se coló en el gimnasio. Su monitor aguardaba paciente su llegada. Lo había llamado antes de salir para que supiera que iría antes.

—¿Quieres hablar? —Dani no podía ocultar la preocupación que sentía por su pupila.

—No, empecemos ya.

Su imperiosa necesidad por agotar las energías le hacía acudir allí con más frecuencia. Consultó el reloj y se quedó de piedra. ¿Las dos de la madrugada? Ese día se había adelantado demasiado. Por suerte, a esas horas tan solo algún policía o bombero fuera de servicio merodeaba por las vacías salas. Sin embargo, para ángeles o demonios que no dormían en toda la noche, era una vía de escape con la que alejar las preocupaciones y, de paso, entrenar el físico porque, aunque fueran inmortales, habían de cuidar la dieta igual que el resto de los mortales.

—Bien, vamos allá. Hoy pondré música variada. Un poco de rock: Iron Maiden, Rammstein y ACDC te vendrán bien. Y no te preocupes, que también he incluido un mix de música pop. A ver si te motiva más.

Mi Dulce Infierno (P1) (DE VENTA EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora