—De todas las personas que imaginé que vendrían a darme la bienvenida, tú fuiste la última —admitió de forma complacida, como si estuviera satisfecho.

—¿Quién esperabas que viniera a recibirte? Para ir a buscarlo —comentó ella en tono ofendido.

—Nadie, en realidad —. Una risa escapó sus labios.

Kass no lograba entender lo divertido de su comentario. Al notar la expresión en su rostro, Elliot rio con más ganas. El sonido era alto y estridente, honesto, era casi como si llevara mucho tiempo sin reír de esa manera e, inevitablemente, Kass terminó contagiada, riendo de forma mucho más controlada que Elliot, pero riendo el fin y al cabo.

—Eres tan raro —dijo ella cuando recuperó el aliento.

—Eso no parece molestarte —. Elliot se enderezó por completo, entrando en el campo visual de Kass y sonriendo de forma disimilada.

—No, parece que no—. El silencio se instaló entre ellos por un segundo, Kass desvió la mirada, era difícil verlo a la cara, había demasiadas cosas en sus ojos—. ¿Tienes muchas reuniones importantes o sólo eres del tipo que sabe que se ve bien en traje?

—¿Piensas que me veo bien en traje?

—No te desvíes. Sólo responde la pregunta.

—Este es el peor interrogatorio en el que he estado.

—¿Has estado en muchos?

—Tienes que aprender a convencer a las personas. De otra forma nunca vas a obtener la información que buscas —. Él de verdad se estaba divirtiendo—. Suficiente de mí —comentó poniéndose de pie en un movimiento limpio y le tendió la mano a Kass para ayudarla a ponerse de pie.

—Pero si no me has dicho nada —se quejó ella con una risa.

—Siento que me conoces bastante bien.

La chica esperó un segundo, dudando. Era verdad lo que había dicho. Elliot le parecía de lo más extraño y, además, no sabía nada de él salvo por las cosas que había descubierto sin querer. No estaba segura de a cuantas personas nuevas podría darles una oportunidad, ni siquiera sabía si era una buena idea. En Clear Water siempre estuvo por su cuenta, la mayoría de las personas lo estaban, más allá de tu familia cercana no te preocupabas por nadie más. Pero las cosas no funcionaban así en Dreamers, no era un lugar donde cada uno debiera ver por sí mismo: eran parte de un todo. Si alguien se saltaba sus tareas las cosas podían ir muy mal, implicaba quedarse sin cosechas, sin electricidad o medicamentos, implicaba perder a alguien. Esa consciencia nueva era extraña para ella, estaba aprendiendo a aceptarla, a dejar que las personas se preocuparan por ella, a permitirse hacer lo mismo. Se mordió el labio inferior por un momento. Tomó la mano de Elliot y se puso de pie.

El chico tiró de ella, haciéndola trastabillar mientras cerraba la distancia que los separaba y su mano libre le rodeó la cintura. Elliot le dedicó una sonrisa y comenzó a moverse, arrastrando a Kass consigo al ritmo de una melodía que sólo él escuchaba. Kass lo miró sorprendida mientras los pasos del chico se apresuraban sin llegara a perder el ritmo. Kass luchó por seguirlo, era difícil pues no era capaz de oír la melodía que Elliot tenía en su cabeza, tampoco era como si alguna vez en su vida hubiera bailado, no más allá de las sesiones de vueltas en la sala de la casa de sus padres, cuando era muy pequeña, era una de las pocas cosas que podía recordar con claridad: la risa de su madre, la música al fondo y la sensación de mareo y felicidad que se instalaba en ella cuando se detenían.

—Supongo que las lecciones de baile venían con la centena de trajes —comentó divertida, estaba mirando sus pies en un intento de no pisar al chico.

Elliot soltó una risa.

—Las clases de baile eran obligatorias cuando era niño, eso y un montón de actividades que en realidad no tienen mucho uso hoy en día.

—Casi lo haces sonar como si eso fuera malo —. Kass levantó el rostro, había una media sonrisa en sus labios.

—Oh, no, no es malo —. Elliot dejó ir la cintura de Kass, permitiendo que se alejara, pero sin llegar a soltar su mano, por lo que pudo tirar de ella para atraerla hacia sí una vez más—. Simplemente se siente fuera de lugar, ¿sabes?

—Nacer en Natory tiene sus ventajas, eso lo sabemos todos —. En la capital se instalaban las familias del comienzo, aquellas que habían contado con los recursos para aportar algo más que mano de obra a la humanidad, no había que ser un genio pata entender que Elliot pertenecía a una de esas familias.

Él no lo negó. Siguió moviéndose con ella en sus brazos, deslizándose por la orilla del lago con naturalidad.

—No recuerdo una sola vez que algo de eso fuera divertido o interesante. No lo aprendes porque sea necesario o porque puedas usarlo después, es sólo otra forma de mostrar que eres superior a los demás.

—Al menos podemos decir que no desperdicias una oportunidad para mostrar lo que sabes hacer.

Ella no estaba segura de qué estaba ocurriendo, pero había llegado a una conclusión: tal como había temido, Elliot se sentía desanimado. Podía ser que ella no lo conociera de nada, sus dos encuentros habían terminado por convertirse en charlas inconexas y raras; pero era agradable tener una plática sin sentido con ese chico, no necesitaba pensar una respuesta o cuidar lo que decía, podía sólo dedicarse a insultarlo, aunque eso era más una broma que una molestia real.

—¿No necesitas ayuda? —Kass se aventuró a decir.

Lo preguntaba en serio, le preocupaba un poco que las cosas estuvieran recayendo sólo en sus hombros, ¿no era irreal pensar que sólo una persona bastaba para hacer el cambio? Sí, ella no sabía nada de muchas cosas, estaba comenzando a aprender sobre sí misma y sus habilidades, sería una ilusa si llegara a pensar que era capaz de ser de ayuda. No esperaba que Elliot la enlistara a la rebelión o a lo que sea que estuviera tramando, pero tal vez necesitara alguien con quien hablar, o con quien pasar un rato; no era mucho, pero de momento era lo que tenía para ofrecer. El chico sonrió, hizo ademán de responder, pero lo interrumpió un grito que provenía de la casa.

Demons - EditadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora