Capítulo 28

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Andrew

Observé las cajas envueltas en moños y señalé una con forma de corazón. La empleada suspiró antes de acercarlo, ponerlo en el mostrador y observarme con los ojos brillantes. Demonios, ¿Acaso las mujeres me hacían esto a propósito? ¿Qué no veía que estaba comprando regalos para la mujer a la que quería en verdad?

-Y voy a querer un ramo de rosas.- le pedí y ella suspiró una vez más antes de acariciarse el escote y voltear para mostrarme ese gran trasero suyo. Dios, sí que era ardiente pero no se comparaba en nada a mi preciosa Sammy.

Desvié la mirada a las tarjetas de felicitaciones y sostuve la que decía: "Hoy es tu cumpleaños..." y al abrirla, un cachorrito abría una caja de obsequios con la frase. "...Y quiero regalarte muchos besos y abrazos". Y me reí solo, como un idiota viendo las otras tarjetas con frases distintas, algunas más patéticas cuando encontré una de una chica de espaldas, viendo el suelo un tanto avergonzada. "Sé que la vida es difícil, pero... Hay algo que debo decir..." Entonces, la abrí, la chica se giraba para quedar de lado, una gran barriga dibujándose, con sus manos rodeándolas. "...Tendremos un bebé"

Y mis ojos se llenaron de lágrimas, mis manos apenas sosteniendo la tarjeta. Y me sonreí, porque no parecía algo tan malo mientras lo pensaba. Y ni siquiera sabía si en verdad ocurría, si ocurriría, si existía. Tomé otra tarjeta pronto. Otra chica, sosteniendo una caja de obsequio a la altura de su estómago. "¡Hey, tú! Tengo un obsequio para ti..." exclamaba, y en cuanto la abrías, la tapa de la caja ya no estaba y se veía la pantalla de un ecógrafo con la silueta de un bebé dibujado. "...Solo tendrás que esperar nueve meses para abrirlo."

-Al parecer, los creadores de tarjetas creen que esa sería una mejor manera de enterarse...- oí desde atrás de mí y volteé deseando que mis ojos no se vieran enrrojecidos por el llanto retenido.- Como si fuese tan sencillo como una tarjeta.- añadió, jugando con la cinta del ramo.

Asentí en silencio, sujetando el ramo y poniéndolo en el mostrador para volver a guardar las tarjetas. Esto no sirve, no, ninguna era buena y me daban malos pensamientos, más de los que ya tenía.

-Son noventa y cinco dólares.- anunció la chica y saqué un billete de cien en mi cartera antes de ponerlo en el mostrador y tomar mis cosas.- Espera, ¿Por qué veías esas tarjetas?- preguntó curiosa y la observé en lo que volvía a guardar la cartera.

-Conserva el cambio.- respondí sin decir más, la chica viéndome aun curiosa, con una pequeña sonrisa en su rostro pero sus ojos intentando ver a través de mí.

Salí de la tienda rápidamente y me subí al auto, viendo al reloj frente a mí antes de ver al asiento trasero. Eran las dos de la tarde ya, y tenía todo lo que necesitaba. Haría de este el mejor día de su vida, era su cumpleaños ¡Maldición! Mi chica de miel cumplía años, había nacido hace veinte años atrás y ahora era mía. Pero aprovecharía su ausencia para ver que pasaría con nuestras vida. Si ese bebé solo era una estúpida idea mía, nada cambiaría, bueno, quizás la relación de Sammy y yo se volvería más intensa y, ¡Ella ni siquiera se enteraría de esto del posible embarazo! Pero si existía... Por dios que le daría todo lo que pudiera, pero no podía quedarme con ese bebé. No podría vivir con ella... Con ellos. Con él, con ese bebé, que aparecería en mi vida solo para arruinarla, tanto como era posible.

Bebé, bebé, bebé. Esa palabra repitiéndose en mi cabeza. Al llegar solo bajé las cosas del auto y al notar que no había nadie, me apresuré hacia arriba. Me metí en la habitación de Samantha y no me detuve hasta el baño, donde encontré uno de los recipientes médicos para su muestra, con una nota junto.

«Suerte. Para lo que sea, tú entiendes.

Besitos, te quiero, Sammy.»

Honey Girl [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora