Capítulo 9

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Samantha

Mi reloj biológico me hizo abrir los ojos a las seis treinta a.m. Media hora más tarde de lo que solía hacerlo. El alcohol del día anterior no me había ayudado demasiado con eso pero sí había cooperado con mi memoria para borrar los últimos recuerdos de la noche. Entonces pensé, pensé, pensé y pensé, hasta que di con ellos. La tina, el agua en el suelo, la caída de Andrew, el tatuaje, sus manos tocándome, su madre sorprendiéndonos, mi rechazo y mi baño entre espumas que acabó con una lencería inadecuada, un masaje de pies y un acurrucamiento en su mullida cama con solo ropa interior.

Y aun ahí estábamos. Mi espalda contra su pecho, mi trasero con otra parte de él, sus piernas sobre las mías y sus brazos rodeándome un poco más arriba de la cintura. Mis manos solo abrazaban las suyas mientras disfrutaba de su aliento en mi nuca. Dios, este hombre no podía estar haciéndome lo que me hacía. No sé lo que quiero contigo, pero si sé que realmente quiero algo contigo. Esa no había sido la respuesta que había querido para mi pregunta pero me temía que preguntando nuevamente la respuesta fuera peor. Realmente quería saber que quería conmigo, había dicho que sólo tendríamos una relación profesional pero, entonces ¿Por qué coquetearme? ¿Por qué besarme? ¿Por qué seducirme con sus frases? ¿Solo quería llevarme a la cama y desquitarse así conmigo? ¿Y si se lo permitía? ¿Acabarían sus deseos hacia mí?

Los hombres sí que son estúpidos. No imaginaba que a solo dos días de haber salido del Instituto ya lo extrañara tanto. Allí no debía por hombres que me hicieran sentir confusas emociones y nerviosismos cada vez que los cruzara. Allí, todas eramos mujeres, amigas, hermanas, no había nada más que nuestra amistad y gran confianza desde y hacia todas. Aquí, ahora, no tenía a nadie, no hablaba con nadie, no tenía a nadie, no conocía a nadie más que a mi falso esposo que solo estaba interesado en sexo conmigo.

Decidí dejar esto de lado y buscar algo de tiempo a solas ya que, si bien mis pensamientos no eran del todo claros en esta casa, eran peores si tenías a alguien como Andrew Nicholson en ropa interior, con el cabello adorablemente revuelto, dormido y rodeándome el cuerpo con sus brazos. Claro que me fue difícil salir de entre sus brazos, se movió, balbuceó, apretó más sus brazos y por un segundo creí que iba a abrir sus ojos pero con mucho esfuerzo y la ayuda de una almohada para reemplazar mi lugar entre sus brazos, finalmente logré pisar esa suave alfombra con mis pies.

Me estiré un poco y pude ver una pequeña yo en un pequeño espejo. Luego me vi en el espejo del armario, esta casa estaba llena de espejos, de seguro por algún complejo de Andrew pero, ¿Quién era yo para culparlo? Por mi parte, odiaba los espejos, odiaba mi rostro, mi cuerpo, mi cabello, todo de mí lo odiaba. Muchas personas dicen que se odian para que las demás las halaguen y digan cumplidos pero no yo. Cuando yo decía algún comentario negativo acerca de mí y alguien me decía un cumplido, mi respuesta era "Yo sé exactamente como soy o lo que soy, y no me gusto. Gracias por respetar mi opinión." Créanme que a todos a los que se lo decía se quedaban sin palabras y no podía ser mejor para mí. Bueno, todos excepto Debra. Ni siquiera caía en mi truco porque no me dejaba acabar, diciendo "Bueno, mi opinión es esa y es distinta a la tuya, Respektieren Mich 1" y desde entonces decidí darle la razón a pesar de que no creía que fuera cierto.

1 Respétala

Intenté quitar todo eso de mi mente y concentrarme en lo que podría ponerme. Esa ropa interior era demasiado diferente a lo que acostumbraba usar pero no me sentía del todo incómoda. Pero necesitaba algo que ponerme para bajar a mi habitación aunque, pensándolo bien, ¿Quién estaría despierto a las seis treinta a.m. luego de una fiesta llena de alcohol? Los ricos siempre bebían en excesos y si mal no recordaba, yo había sido la que menos había bebido. Hice el menor ruido posible desde la cama hasta las escaleras y la alfombra me lo permitió. Bajé con pequeños pasos silenciosos y abrí con cuidado la puerta al final de las escaleras. Me dirigí de igual manera a mi habitación y golpeé suavemente. Cuando oí pasos desde adentro me arrepentí de haber bajado de la forma en que lo hice pero solo me quedó sonrojarme y taparme lo más que podía con mis brazos.

Honey Girl [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora