Su madre se volvió para comentar algo más, para repetirle cómo actuarían de ahora en adelante. Era un recordatorio inútil, uno que hacía sentir a Zoey como si fuera estúpida, como si los demás no confiaran en ella lo suficiente para darse cuenta de que, si bien no estaba de acuerdo, no era tan tonta para arriesgarlos a todos. Sabía que había cosas que no podía cambiar, momentos y decisiones desesperadas que debían ser tomadas porque no estaban en condiciones para hacer algo más.

Lo que no alcanzaba a entender era que sus padres no dijeran nada una vez que estuvieron a solas, que no mostraran arrepentimiento por lo que hicieron, que lo dejaran de lado y solo se preocuparan por regresar a casa tan rápido como pudieran.

Zoey se puso de pie y se dirigió a su habitación sin decir una palabra.

—Zoey —. La voz de su madre llegó hasta ella, tenía el mismo tono cansado que había tenido los últimos cinco años, ni un cambio o interjección; eso hizo enojar a la chica, quien se detuvo, pero no se volvió —. Querida, esto es duro para todos, entiende que no lo haríamos si en verdad tuviéramos alguna otra opción.

—Dime, madre —, la voz de Zoey rezumaba enojo, pero sobre todo dolor, mucho dolor—. ¿Cuánto tiempo tardarías en fingir que yo nunca existí solo porque un montón de... imbéciles burócratas te pidieron que lo hicieras?

—Zoey...

—Eso pensé.

Se alejó sin darle oportunidad de agregar algo más. Sabía que si la dejaba hablar terminaría por darle sentido a todo, lo haría sonar sensato y correcto. Le daría una nueva perspectiva y eso terminaría por matar al enojo que sentía. En su lugar regresarían el miedo y la preocupación, los mismos que había sentido en el centro aquella tarde, los que le habían impedido pensar o moverse mientras su prima arriesgaba su vida para salvarlos a todos y recibía como único pago un disparo. Zoey no quería volver a sentirse tan impotente y aterrada como en ese momento.

Cerró la puerta de su habitación con fuerza. No iba a volver a sentir miedo. El miedo era inútil y ella estaba cansada de ser inútil.

***

El puño de Shannon impactó contra el muro y permaneció allí, apoyado con fuerza como si estuviera esperando que algo más ocurriera. Detestaba las ruedas de prensa. No le costaba permanecer seria durante un momento, estaba habituada a ello, pero esas reuniones eran un suplicio. No toleraba la certeza de tener todos esos ojos sobre ella, el conocimiento de que miles de personas la juzgaban, el saber que más de uno iba a cuestionar cada palabra que decía. Incluso cuando la mayoría entendía que ella solo era la vocera, la atacaban igual como si cada palabra fuera su propia voz y pensamiento. No podía romperse delante de todos, eso era impensable, pero fuera de vista podía que dejar el peso de las decisiones que colocaban sobre sus hombros la aplastara, en momentos así lo único que deseaba era escapar.

—¿Esperas que algo ocurra?

La voz burlona provocó que la mujer cerrara los ojos, que respirara profundo, si bien podía permitirse perder la compostura estando sola, no podía hacerlo cuando había alguien más. Shannon se incorporó con calma, pasando las manos por su impecable traje blanco antes de mirar al chico que se encontraba apoyado contra el muro del otro lado del corredor.

—¿Tú esperas que algo pase, Grand? Tal vez así convenzas a la junta que no soy apropiada para dirigir esta institución —. Sus cejas se dispararon hacía arriba, acentuando su pregunta—. No importa lo que creas ver o lo que llegues a contar. Incluso cuando ellos no están seguros de las decisiones que tomamos, mi presencia los tranquiliza. Soy la prueba de que ellos tienen un futuro.

La mirada del chico se volvió más dura, como si la plata en sus ojos pasara de líquida a sólida en un segundo, como si se estuviera sintiendo atacado por lo que ella acababa de decir.

—Alguien parece molesto —. En esta ocasión fue ella quien usó del tono burlón—. ¿Por qué no simplemente admites que quieres mi puesto, Elliot?

Él se enderezo, era bastante más alto que ella, delgado y ataviado con un traje que le quedaba cual guante.

—Y tú deberías admitir que quieres recuperar lo que te quitaron. Ser la primera persona que logra deshacerse de su mutación de forma exitosa. ¡Wow! Dime, ¿cómo se siente estar mutilada?

Las sombras a lo largo del corredor se agitaron como dedos que se alargan para alcanzar algo, pero al final cambian de opinión, regresando a su sitio. Shannon pudo notarlo, pero aun así centró toda su atención en el chico. Elliot Grand era el único heredero de una de las familias más importantes de la actualidad. Su poderío soportaba muchas de las investigaciones y financiaba múltiples obras sociales. Joder a los Grand era como pedir que mandaran al mundo a la ruina.

No hablaban de dinero, eso no tenía ningún valor ahora. La familia Grand era dueña de múltiples acciones en hospitales y laboratorios; cuando el mundo explotó, muchos de esos recursos lograron salvarse y eso permitió que la familia se colocara en el centro del mundo. Si los Olsen contaban con el equipo para soportar las investigaciones, los Grand tenían los insumos para comenzar a probar. Claro que muchas otras familias y personas habían intervenido, pero los libros de historia retratarían esas dos familias en específico como las salvadoras del mundo.

—Es mejor que pretender que estás de nuestro lado —dijo Shannon.

La sonrisa en el rostro de Elliot se ensanchó, dejando claro que encontraba divertidísimo su comentario.

—No hay lados, Shannon, quienes se esfuerzan en creer eso deben irse, solo estorban.

El chico no le dio tiempo a responder, se despidió con una inclinación de cabeza y se alejó por el corredor. Los ojos de Shannon permanecieron clavados en su espalda, atenta a sus pasos tranquilos, a la forma casual con la que se sacaba la liga para el cabello de un tirón y su otra mano se movía hasta su cuello, aunque no era capaz de verlo, pudo imaginar con toda claridad el movimiento que hacía para aflojarse el nudo de la corbata. Con cada acción las sombras a su alrededor parecían alargarse, volverse en su dirección.

La sola presencia de aquel sujeto la hacía sentir arcadas, pues estaba segura que escondía algo. Al menos delante de ella no hacía la gran cosa para esconderlo, como si disfrutara hacerla ver como una demente, como si supiera que en verdad la hacía sentir mutilada. De haber tenido algo que pudiese arrojarle a la cabeza lo habría hecho, sin importar cuan infantil pudiera resultar, pero no tenía tiempo.

La puerta al final del corredor se abrió de golpe y un montón de personas entraron en tropel. La postura de Shannon se recompuso, su rostro recuperó su expresión tranquila e impasible. El sonido de sus tacones en un compás perfecto llenó el corredor mientras avanzaba para encontrarse con la multitud, quienes estaban ahí para hablarle sobre el alcance de la última trasmisión, la recepción de las personas y otros detalles. No hubo una sola vacilación en su voz o en sus ademanes. No se inmutó ni cuando se percató del instante en el que Elliot Grand desapareció de la vista de todos. Ella podía estarse quebrando por dentro, pero su exterior era tan duro, tan perfecto que nadie podría notarlo, sin importar qué tanto la estuviera matando.

Demons - EditadaWhere stories live. Discover now