Capítulo 2

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Anabelle nunca se sintió realmente querida, nunca había tenido el llamado "amor materno" pues su madre solía ser la persona mas fría del mundo. Su padre, él siempre le había demostrado su amor pero no era lo mismo, ella necesitan una madre.

Recordaba cuando era pequeña, unos dos años, que su madre nunca acudía a ella cuando lloraba por las noches, siempre llamaba a alguna sirvienta, y a mas de una acabó llamándola "mamá".

Tampoco había tenido muchos amigos, y los pocos que tenía se esfumaban cuando se mudaban, cosa que pasaba usualmente porque su padre escalaba puestos en su empresa. Pero esta vez sería la definitiva -o es le había prometido su padre- el gran Hugh Van Kurt había sido ascendido finalmente al puesto que quería conseguir y aunque le ofrecieran ascender de puesto no aceptaría, estaba a gusto.

Por otra parte, su madre, ella era una inflexible abogada. Era una de las mejores en su trabajo ya que nunca podías saber su estado de ánimo y eso era lo que Anabelle mas odiaba de ella. Nunca en sus casi dieciocho años de vida había visto a su madre sonreír -descontando las sonrisas hipócritas, las sarcásticas y las falsas,- y jamás la vería encariñada con algo o alguien, rara vez mostraba alguna señal de afecto hacia ella o su padre.

Anabelle nunca se sintió a gusto con ella, se sentía incómoda, como si esa mujer a la que llama "madre" - porque ya le regañó a Anabelle por decirle mamá- quisiera controlarla, pero ella era indomable, o eso decía su abuelo Gerard, el único que la entendía verdaderamente.

En realidad, Gerry - abreviatura de Gerard - no era el padre de Hugh, era un viejo amigo de su padre pero ella siempre le dijo ''abuelo'' ,pues pasaría los setenta años.

Pocas veces había sentido eso de ser amado por alguien. Una sola vez y no fue amor, pues el chico solo la engañó y se regodeó de ello, como si por ser un maldito ninfómano fuera mejor a ella.

Ahora mismo, tampoco buscaba el amor aunque bueno, si encontraba a ''alguien digno de ella'' como decía su madre, osea a alguien que se interesara por ella y la quisiese no tendría problema en abrirse al amor.

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Anabelle se encontraba en su última clase de su segundo día de instituto.

En el día de ayer se entretuvo bastante viendo las peleillas de pareja entre Kenny y Mandy, o los múltiples coqueteos de Michael hacia Mandy solo para ver a Kenny rojo de rabia. Le dieron una visita...interesante por el instituto.

Matemáticas. Solo había dado una hora de matemáticas y ya odiaba al profesor, ¡¡le había dicho que le darían clases particulares!! Por Dios, no las necesitaba. A ver, ella era una alumna excelente con un 10 de promedio en la mayoria de las asignaturas, porque en matemáticas sacase un ocho no iba a morir.

Estaba realmente enfadada con su madre, pues sabia perfectamente que esto tenía mucho que ver con ella. Mas de una vez le había dicho que cuanto menos tiempo pasaran juntas mejor y que mejor forma de sacársela de enmedio que estando todos los dias una hora y media mas en el instituto. ¡¡Y lo peor de todo es que no sabía quien le enseñaría!! ¿¡Y si su profesor era un adolescente ninfómano pervertido de esos, o peor, una animadora desequilibrada mental?! -aunque bueno, si estaba desequilibrada mental no daría clases-.

En resumen, estaba hecha un manojo de nervios.

-''Ann''- la llamó Mandy, que ya le había asignado un apodo - ahora que lo pensaba, todos ellos tenían apodos; Kenny, Mandy, Mich...-

-''¿Que quieres?''- dijo alargando la primera ''e'' del ''quieres''

-''¿Sabes ya quien te da clases?''- preguntó por cincuagésima vez en lo que llevaban de clases, es decir, unas cinco horas

Eslabones Sin CadenaWhere stories live. Discover now