Capítulo 14.

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J a r e d

«Esto no es verdad, esto no es verdad...», me repetía muchas veces mientras bajaba en busca de mi hermana.

Estaba furioso, ¿cómo es posible que mi propia hermana contara uno de mis secretos? ¿Por qué a Daphne? Yo sólo quería intentar ser "normal", ser quien soy a pesar de mis defectos, porque ella no había sido engañada aún con la historia de que soy Autista.

Sentí que podía confiar en ella, sentí que quizás podría contarle sobre lo que todos creen que tengo, pensé que podría defenderme diciendo que mi personalidad es así: serio, de pocas palabras y sin sentimientos quizás... Pero Emily lo arruinó, no sé que haré ahora.

—¡Hey!, ¿todo bien arriba? —sonrió sin verme, pero en cuanto me miró dejó de hacerlo—. Pasó algo malo, ¿qué sucedió, Jared? —dejó su refresco a un lado y esperó a que hablara.

—Le dijiste —la acusé—, le dijiste que soy Autista —se puso tensa—, ¿por qué tú? Lo imaginé de mamá, pero no de ti —se acercó a mí e intentó decir algo, pero no la dejé—. No pensé que te creerías lo de los doctores como mamá —sonreí con ironía—. Creí que en esta casa alguien me entendía.

—Lo siento, Jared. Yo puedo explicártelo —me tomó del brazo.

Me solté de ella y subí de regreso a mi habitación. Jamás había hablado tanto y sin detenerme por algún motivo con ella. Hasta el momento, Daphne era la excepción, pero ahora todo sería más complicado.

—¿Que sucedió? —preguntó preocupada, sólo la ignoré y evité mirarla para no dejar de hacer lo que planeaba.

Busqué dentro de mi ropero y saqué lo que esperaba encontrar. Una botella más.

—¿Qué haces? —dijo algo asustada, pero la ignoré una vez más.

Salí de mi habitación y me dirigí al patio trasero, mientras bajaba no vi a Emily, pero sentí que Daphne bajaba detrás de mí. Seguí ignorándola. Me senté en el banco y abrí la botella con dificultad con ayuda del llavero que encontré en mi bolsillo.

—¿Por qué lo haces? —dijo sentándose en el columpio.

La ignoré.

—Responde, Jared —insistió y la miré a los ojos.

—Al hacerlo me aleja de tu realidad —sonreí ante su confusión—, no lo entenderías.

Horas más tarde me encontraba solo en mi habitación, llorando en silencio como de costumbre, pero maldiciendo en mi mente por todo, hasta por mí. Daphne se fue luego de verme dejar casi menos de la mitad del contenido de esa botella. No me importó lo que me decía, no era consiente de nada, no sentía nada. Sin embargo, la culpa era mía, no debí mirarla a los ojos, no debí oír lo que pensó, ¿por qué no puedo dejar de hacer eso?

Apretaba las palmas de mis manos  con fuerza mientras permanecía sentado en el borde de mi cama. Mi enojo era tan profundo que luego de unos minutos fui consiente de la sangre en mis uñas y dedos, me había lastimado las palmas de las manos con las uñas sin notarlo. No le di importancia alguna. Mi vista seguía fija nuevamente en las persianas cerradas de la habitación de Daphne. Era tarde, pero aún quería esperar un poco más por si las levantaba, quería disculparme por lo que vio o escuchó quizás, pero nunca pasó, esa noche no la vi en su habitación. Supongo que tenía que darme por vencido hoy y aceptar mi inmadurez al comportarme de esa manera.

Al lavarme la cara y alistarme para dormir, pude sentir el ardor en mis manos, ¿cómo fue posible herirme de esa forma si mis uñas estaban bastante cortas? Espero que mañana no duela tanto.

Naranja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora